El teléfono móvil, la tableta, la videoconsola… Los niños y adolescentes actuales llevan un dispositivo electrónico debajo del brazo desde bien pequeños. Sin ir más lejos, ya hay quien nos comienza a denominar como homo ludens, en relación con esa dependencia lúdico-tecnológica que atesoramos en la actualidad. Y no nos engañemos, no podemos remar a contracorriente frente a las tecnologías de la información, comunicación e interacción social. Ahora bien, es nuestro deber como padres, tutores y profesores educar en el buen uso de las pantallas y fomentar unos hábitos saludables.
Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer. El último informe de Unicef, El impacto de la tecnología en la adolescencia, demuestra que los hábitos de consumo entre los adolescentes españoles son problemáticos. De entrada, nuestros hijos y alumnos están totalmente conectados a lo largo del día. Ya sea al teléfono, a las tablets o a las consolas. Especialmente significativo es el dato que muestra que el 94,8% tienen móvil propio con internet y que la edad media en la que adquieren su primer teléfono es de once años. ¿Acaso nos hemos parado a enseñarles a usar el smartphone? ¿Ponemos límites a las páginas web a las que tienen acceso?
Todavía resulta más revelador el dato que sentencia que el 31,5% de los jóvenes usan internet más de cinco horas al día, porcentaje que se incrementa el fin de semana hasta el 49,6%. ¿Cómo puede ser posible? La respuesta es muy sencilla. Muchos niños y adolescentes tienen televisión con consola en su cuarto y no aparcan el teléfono al llegar a casa. Eso hace que las horas de ocio audiovisual aumenten sin control.
Hemos quedado a las 19h para jugar es una de las frases más repetidas desde la pandemia. Los videojuegos se han convertido en una herramienta de socialización sin igual. Ya no es una cuestión de jugar más o menos, mejor o peor, sino de divertirse con los amigos en largas partidas repletas de risas, cooperación y, por qué no decirlo, palabrotas. Después de este intervalo videojueguil, el móvil retoma su protagonismo, ya sea para seguir chateando o para chafardear en las redes sociales. Algunos van más allá y se mantienen activos en hasta tres redes distintas, siendo YouTube, Instagram y TikTok las más populares actualmente.
Este panorama se agrava cuando hablamos de ciberacoso, apuestas y micro-pagos. El primero es de sobra conocido por todos. Según este estudio, un 22,5% de los adolescentes han sufrido tal problemática a través de las redes. Respecto a los otros dos, diremos que son muy golosos y se encuentran en casi cada página y videojuego gratuito.
Y, ¿qué podemos hacer como padres?
Aquí van algunos consejos.
- Limitad el tiempo de pantallas. Los expertos insisten en que entre treinta y sesenta minutos es el tiempo adecuado de juego. Y qué decir del móvil. Evitad que duerman con el dispositivo en la habitación, es muy tentador.
- Usad el control parental. Todos los dispositivos incluyen un sistema de control que nos permite limitar el tiempo de juego, el tipo de videojuegos, las páginas a las que pueden acceder y los usuarios con los que compartir sus partidas.
- Los móviles también nos permiten conocer cuánto tiempo los usan y qué tipo de aplicaciones descargan. Family Link es la propuesta de Google, pero no es la única.
- La consola o el móvil no pueden ser el aparcamiento diario de nuestros hijos. Es cierto que llegamos hasta donde llegamos y, en ocasiones, abusamos de las pantallas más de lo deseado.
- Si no queremos que el uso del móvil se descontrole completamente, intentemos buscar un lugar común en el que aparcar nuestros dispositivos cuando no se utilicen.
Firma: José Carlos Amador