Somos conscientes de que en esta sociedad hipertecnológica es complicado no dejarse llevar por las modas, la presión social o, simplemente, por la inercia. El móvil se ha convertido en un foco de discusión entre menores y adultos en el entorno familiar.
Son muchas las razones por las que pensamos que nuestro hijo o nuestra hija debe tener un smartphone: para tenerlos localizados, por si «le pasa algo», para que no se sientan excluidos del grupo o, quizá, para que ya no nos den más la lata con el tema. Cualquiera de ellas es válida pero ¿hemos pensado en las consecuencias?
Algunos móvil-TIPS
· Puedes comprarle un teléfono que no sea smartphone. Recibe llamadas y envía mensajes, eso es todo lo que necesitamos para saber dónde están.
· Si has decidido que sea un teléfono conectado: contrata pocos datos. Que no pueda acceder a todo, en todas partes y cuando quiera.
· ¿Qué aplicaciones conoces? ¿Qué aplicaciones quieren ellos instalarse? Es importante que conozcas el entorno virtual en el que se desenvuelven.
· ¿Sabes la edad mínima permitida para crearse un perfil en las redes sociales? En España, para registrarse en algún servicio online hay que tener, por lo menos, 14 años. Si no llega a esa edad, no puede estar en Instagram, en Tik-Tok… ni tener WhatsApp. Si usa este tipo de aplicaciones sin tener la edad exigida y le pasa algo ¿sabes quién se convierte en responsable? … ¡Exacto!
· Un contrato para el uso del móvil previene riesgos y discusiones familiares.
Un contrato para el móvil
¿Qué edad es la adecuada para comprarle un móvil? ¿Quién debe pagar los gastos? ¿Puedo revisar sus contactos, fotos o conversaciones? ¿Cómo limitar su uso? ¿Debo establecer un horario? Todas estas preguntas que nos hacemos, o deberíamos hacernos, antes de «regalarle» un móvil a nuestro hijo o hija menor de edad, también podemos discutirlas con ellos. La comunicación, la mejor arma contra el ciberacoso, el sexting, la suplantación de identidad (phishing), el vamping, etc.
Lo mejor es siempre retrasar lo máximo posible la introducción del teléfono móvil en la vida de los menores. No obstante, cuando llegue el momento, una de las oportunidades que ofrece este nuevo paradigma social es la de usar este elemento tecnológico para profundizar en la educación off line.
Es decir, en el fondo, por mucha tecnología que nos envuelva, la base educativa no ha cambiado. La responsabilidad, el pensamiento crítico, la amistad real, el autocontrol y la autoestima son las mejores herramientas de “control parental” que podemos ofrecer a nuestros hijos.
Por tanto, proponemos usar el contrato familiar para la correcta utilización del smartphone «Somos tecno-lógicos». Este documento pretende ser una excusa para hablar con nuestros hijos e hijas de la intimidad –personal o ajena–, del apoyo a los amigos, del consumo responsable y del hecho –a veces no muy evidente– de que la comunicación on line nunca puede sustituir la off line.
Hacia un futuro mejor
Cada vez son más la voces de alarma que se pronuncian sobre los peligros de la hiperconexión a edades tempranas. Tanto la Fundación Aprender a Mirar como, en Cataluña, la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales y tantos otros profesionales advierten de que el móvil no es un juguete, ni un elemento neutro en la vida del menor. Su potencial para la comunicación, la información y la difusión es enorme, así como también lo son los riesgos que todo esto conlleva en manos inmaduras.
No profundizaremos aquí en otra problemática que conocemos sobradamente: transtornos alimentarios, estrés, ansiedad, tecnoadicciones, etc. De hecho, somos conscientes de la experiencia de tantos padres y madres, incluso nosotros mismos, que hemos visto cómo, desde la irrupción del móvil en la vida de nuestros menores de edad, la lectura, el estudio, la conversación familiar, el sueño o tantas otras cosas se han visto alteradas. Y no para bien, precisamente.
Demos un paso para empoderar a nuestros menores con habilidades y actitudes que no solo les ayudarán en el uso ecológico de la tecnología, sino también en muchos otros aspectos de la vida real.