Flash

Antes de su salto a la gran pantalla, recientemente se había presentado el origen de The Flash en su aparición dentro de Arrow, antes de que consiguiera su propia serie con un total de nueve temporadas que llegaron a su fin este mismo año. Ahora, Andy Muschietti dirige la primera película independiente del superhéroe adaptando uno de los arcos más conocidos de sus cómics: el Flashpoint.

La procedencia del velocista escarlata encarnado por Ezra Miller se vuelve a introducir, aunque de forma orgánica y aunándola con la trama central de viajes en el tiempo sobre la que recae el foco de atención. Así, a pesar de sus intervenciones anteriores en Batman vs. Superman: el amanecer de la justicia o en Liga de la justicia, se contextualiza el principio de Flash sin detener el ritmo y permitiendo profundizar más en su figura.

Llena de una acción trepidante que avanza a igual velocidad que el protagonista y un humor más conseguido y menos impostado que el de algunas de las últimas superproducciones del género, quizás es en los efectos visuales donde la película encuentra su talón de Aquiles. Estos van oscilando entre cutreces absolutas, que parecen haber sido realizadas sin estimación y con rapidez, y brillantes momentos, pero el recuerdo que queda no es del todo satisfactorio.

Al igual que recientes títulos donde se aborda el multiverso, aquí no es distinto y el film se llena de cameos y apariciones fugaces servidos para los fans. Al mismo tiempo, introduce nuevos personajes como Supergirl, interpretado acertadamente por Sasha Calle.

Flash ofrece una propuesta liviana y ligera que cumple con su cometido de entretener. Asimismo, entre todo el frenetismo de efectos y acción, deja una bonita y enternecedora historia maternofilial cuya dimensión emocional redondea para bien el resultado.

Firma: Yoel González