El oficial y el espía

El proceso al que fue sometido Alfred Dreyfus duró doce años y Polanski logra reconstruirlos con gran precisión. El capitán fue injustamente acusado de traición y condenado a cadena perpetua. Cuando el general Picquart descubrió la falsedad de las pruebas, se destapó la confabulación corrupta dentro del ejército francés.

La brillantez del film radica en el modo detallado de narrar una trama que engancha por sí misma. Las intrigas y tejemanejes dentro del gobierno y el ejército embaucan al espectador, pero el director fortifica todo ello siendo muy meticuloso. La cinta renuncia a cualquier caricaturización, sentimentalismo o efecto especial para enfocarse únicamente en los hechos históricos. Así, el relato se expone de manera rigurosa y transparente, de la misma manera que la construcción de los personajes.

Como se cita al inicio “todos los personajes y acontecimientos son reales”, la audiencia no hallará una experiencia cinematográfica, sino una lección magistral de historia en la gran pantalla. Además, es interesante la paradoja de que siendo un largometraje muy seco, sin el menor rastro de sensiblería, resulta muy emotivo. Y se encarga de provocar eficazmente el sentimiento adecuado en cada momento: impotencia, rechazo ante la corrupción o identificación con los héroes que no se achantan a pesar de tener a la sociedad en contra.

Otra de las virtudes –y contradicciones al mismo tiempo– es la espectacular interpretación de Jean Dujardin, quien conquista en este registro: perfectamente contenido y a la vez perfectamente expresivo. Un logro que contribuye a amenizar la larga duración.

El oficial y el espía es una presentación verídica y ajustada del caso Dreyfus en la que quizá Polanski ha querido compararse al hostigado capitán. Sin ser una obra de arte, es una fantástica propuesta en la que se resalta la incansable búsqueda de la verdad y la fidelidad a uno mismo. Y hace pensar que la sociedad, después de más de cien años, quizá no ha avanzado tanto y tiene muchas similitudes con la que se refleja en la película.

Firma: Patricia Amat