Un traje de novia, unas metralletas, un asalto a la oficina de correos y un encuentro de ideologías políticas. Parece un buen cóctel para un guion delirante, pero la historia se contiene y no llega a explotar.
Un traje de novia, unas metralletas, un asalto a la oficina de correos y un encuentro de ideologías políticas. Parece un buen cóctel para un guion delirante, pero la historia se contiene y no llega a explotar.
Una divertida comedia romántica que atiende a nuestra actualidad política. Con un reparto solvente, esta propuesta hará disfrutar al espectador y le animará a detenerse y a pensar sobre ciertas actitudes.
Una comedia más de dinámicas insanas, conflictos forzados y exagerados, que se intentan encubrir tras mensajes positivos –sobreexplicitados– y un edulcoramiento final que intenta borrar la maldad presentada.
La adaptación de la obra de teatro cuenta con actores veteranos y paisajes paradisíacos, pero no aporta gran valor cinematográfico. Quizá no hacía falta trasladar esta pieza a la gran pantalla.
Belén Rueda protagoniza una divertida comedia con un guion y unos personajes bien definidos. El elenco aporta naturalidad y ayuda a remarcar los diferentes mensajes que transmite la cinta a lo largo del metraje.
La fotografía y algún giro de guion es lo más destacable de esta confusa película sobre timadores. La trama se descuida para remarcar la importancia de la relación paterno-filial sobre el resto de elementos.
Singular tragicomedia, en cuatro capítulos, que persigue los sueños de un perdedor “de manual”. Con más profundidad de la que aparenta gracias al humor, Matar al padre retrata un drama familiar muy concreto.
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