La maldición del guapo

Las películas de timos y estafadores suelen evocar la imagen de un seductor en escenarios elegantes como Paul Newman en El golpe o George Clooney en Ocean’s. Además, hacen que el espectador espere un punto de intriga, papeles interesantes y alguna vuelta de tuerca sorprendente. De todo esto, lo que no se puede reprochar a La maldición del guapo es la fotografía y un cambio de tornas que desconcierta.

Por lo demás, el film es un tanto confuso, pues no se decanta ni por el género de la comedia ni del thriller en momentos clave y con una trama desigual. Está claro que el propósito es resaltar la relación paternofilial entre los dos protagonistas por encima de la estafa, pero eso contribuye a descuidar la historia. Los giros finales parecen forzados y acaban por dejar a los personajes a merced del guion.

La mayoría de los roles son estereotipados, como los ya mencionados truhanes o las “mujeres-objeto” que caen ante los encantos de los timadores. Sin embargo, cada personaje tiene sus sombras y nada es lo que parece, aunque de una manera poco creíble. Quizá la pareja principal resulta extraña, a pesar de que las actrices hacen un buen trabajo con sus interpretaciones secundarias.

No se puede negar que la cinta está bien ambientada y tiene momentos divertidos. No obstante, en general, es una propuesta difusa que pretende subrayar la importancia del vínculo entre un padre y un hijo pero que no acaba de funcionar.

Firma: Patricia Amat