De la dismorfia corporal a los TCA II. Algunos consejos prácticos

En el pasado número de Contraste, las psicólogas Aina Gassó y Berta Nicolás presentaron una introducción de la relación de las nuevas tecnologías con la aparición de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. En este, explicaron qué son estos trastornos y qué factores propician su aparición entre los jóvenes. Este mes, retoman la temática para hablar del papel de las redes sociales en este ámbito y dar una serie de consejos prácticos para adolescentes, madres, padres y educadores.

¿Cómo afectan las redes sociales a la aparición de los TCA?

Ya desde hace algunos años, la mayoría de las investigaciones científicas coinciden en establecer una asociación entre el uso de las redes sociales y la aparición de trastornos de la conducta alimentaria (McLean, 2015) y diversos estudios recientes han encontrado que el uso de redes sociales está significativamente asociado a un mayor riesgo global de padecer TCA.

En la actualidad, las redes sociales son utilizadas para compartir una gran cantidad de información y se han convertido en una herramienta para influenciar a otros, especialmente en cuanto a la apariencia e imagen corporal. El tiempo que pasamos en redes sociales nos expone a ideales de belleza irreales, dietas, body shaming (humillación corporal), apología a la delgadez, posts sobre pérdida de peso y más prácticas que afectan negativamente al autoconcepto corporal.

Toda esta información compartida en redes sociales, supone una elevada presión social para cumplir con los estándares de belleza y una percepción distorsionada de la realidad, especialmente en adolescentes que están en un periodo de formación de su identidad. Ello lleva a una sobrevaloración del peso y de la imagen corporal en la manera en que se definen como personas, siendo este un factor central en los problemas de alimentación. Los estudios han relacionado esta sobrevaloración corporal con ciertas conductas manifestadas en las redes sociales entre las que se incluyen evitación de compartir selfies (ya que los otros pueden evaluar negativamente su apariencia), manipulación de las fotografías (a través de filtros y retoques) además de inversión en ellas en cuanto a esfuerzo por escoger una foto, editarla y controlar los comentarios o me gusta que recibe (Lonergan, 2020 y Ojeda-Martín et al., 2021).

TCA II

Al final, este tipo de conductas llevan a compartir imágenes de uno mismo distorsionadas que pueden obtener un refuerzo positivo por parte del resto de usuarios. Esto lleva a relacionar la imagen editada con el ideal de belleza y con relacionarse de manera positiva a nivel social, por lo que aumenta la insatisfacción corporal. Además, la exposición en redes suele llevar también a la comparación con ideales irreales, a posibles críticas destructivas y a basar la autovalía en la validación externa aumentando la insatisfacción corporal, la ansiedad y la depresión lo que puede llegar a desencadenar en un TCA (Ojeda-Martín et al., 2021).

A modo de ejemplo, distintos estudios han asociado el uso de la red social Instagram con una mayor prevalencia de ortorexia nerviosa (obsesión extrema por la comida y la vida sana), una elevada auto-objetivación (valoración del cuerpo como un objeto) y una preocupación excesiva sobre la imagen corporal (Turner y Lefevre, 2017; Puertas, 2020). El aumento de imágenes y cuentas que promueven tanto la delgadez extrema como los cuerpos tonificados propician el uso de dietas, restricciones y llevar a cabo conductas compensatorias como el ejercicio físico, la purga o el ayuno (Ging y Garvey, 2018). Estas conductas, como ya hemos mencionado, condicionan la percepción de la imagen corporal real y acaban suponiendo un riesgo para el desarrollo de Trastornos de la Conducta Alimentaria (Ojeda-Martín et al., 2021).

Y, sabiendo que existe una relación entre las redes sociales y el desarrollo de un TCA ¿Qué podemos hacer?

Como en artículos anteriores, nos gusta terminar explicando al lector algunas pautas y consejos sobre qué podemos hacer si nos encontramos en las situaciones descritas anteriormente, o si conocemos a alguien de nuestro entorno que este viviendo dichas situaciones. El primer paso, como repetimos de forma incansable, es ser conscientes tanto del uso que hacemos de las redes sociales, como del contenido que consumimos, y ser conocedores de lo que son los Trastornos de la Conducta Alimentaria para poder detectar los síntomas y las señales de alerta cuando empiezan a aflorar. A continuación, proponemos una serie de tips tanto para adolescentes y jóvenes como para padres y/o educadores que puedan encontrarse con casos como los que se han mencionado en este artículo.

TCA II

¿Qué puedes hacer como adolescente o persona joven usuaria de las redes sociales?

1. Sé consciente de a quién sigues y qué contenido visualizas. En ocasiones, empezamos a seguir a determinadas personas o tipo de contenido sin saber muy bien por qué. Es importante que tengamos muy claro y sepamos a quién seguimos, qué tipo de contenido consumimos y por qué motivos.

2. No tengas miedo al unfollow. Si te encuentras revisando tus perfiles, y empiezas a tomar conciencia de que el contenido que consumes está muy enfocado a la belleza, los cuerpos estándar o ideales poco realistas y entiendes que puede ser dañino para ti, ¡hazlo!

3. Reducir el tiempo de uso en redes sociales. Debemos ser conscientes de cuánto tiempo dedicamos al consumo de contenido en redes sociales, y valorar si está siendo perjudicial para nosotros. En caso de que valoremos que sí lo es (más de una hora al día no es recomendable) deberíamos intentar reducir este tiempo. Para aquellos que podáis tener más dificultades con este punto, muchos de los móviles de hoy en día incorporan funciones de control de uso, con los que se puede limitar el tiempo de uso de cada aplicación.

4. Dedicarle menos tiempo a la edición de fotos y no abusar de los filtros. Si el uso de las redes sociales os aporta valor, no queréis renunciar a su uso, y sois usuarios activos de las mismas, otra de las recomendaciones que os hacemos es que intentéis disminuir el tiempo que dedicáis a editar las fotos que subís y limitar el número de filtros que añadís. Familiarizarnos y sentirnos cómodos con nuestro yo real es un paso muy importante en la prevención de los TCA.

5. Buscar actividades offline que nos permitan obtener ejemplos alternativos de belleza. Encontrar planes fuera de la red que nos permitan encontrar otros modelos y ejemplos de belleza nos permitirá también reafirmarnos en nuestra propia imagen y nos enseñará a estar más cómodos en nuestra propia piel.

¿Qué podemos hacer como padres/madres y/o educadores?

1. Hablar con los adolescentes. Como padres, madres y/o educadores, es importante que podamos crear espacios en los que hablar con ellos sobre qué hacen en las redes, a quién siguen, qué tipo de contenido consumen y por qué motivos. Conocer el comportamiento de los menores en este ámbito nos ayudará a poder detectar señales de alarma si se da el caso.

2. Reducir la importancia de la imagen física y no tener exigencias sobre delgadez en los adolescentes. La mayoría de las veces no somos conscientes del impacto que nuestras conductas pueden tener en el día a día de nuestros adolescentes. Tener referentes que constantemente muestran una elevada preocupación por la imagen, por el físico o que están constantemente a dieta, hará que ellos tiendan a imitar ese tipo de comportamientos, por lo que es importante tratar de reducir la importancia que le damos a la imagen física y a las exigencias sobre la delgadez.

3. No realizar excesivos comentarios sobre la imagen física, especialmente sobre el peso. Muchas veces no somos conscientes de lo dañinos que pueden llegar a ser algunos comentarios que seguro están cargados de buenas intenciones. Actitudes como alabar o realzar a alguien cuando ha perdido algunos kilos o comentar que antes cuando estaba más delgado estaba más guapa contribuyen a mantener un canon de belleza y un ideal poco realista, que a la larga no ayuda a disminuir las conductas de riesgo vinculadas al desarrollo de los TCAs.

4. Estar atento a las señales sobre problemas en la conducta alimentaria. Es importante que los adultos referentes del entorno del adolescente conozcan estos trastornos y las señales de alerta que los preceden, para poder detectar cuándo empiezan a aparecer conductas problemáticas que requieren de atención e intervención. Es fundamental que estemos preparados para pedir ayuda rápidamente, puesto que en estos casos una intervención temprana es un factor importante de buen pronóstico.

Para terminar, y como decimos siempre, conversar con nuestros hijos/as o con nuestros adultos referentes y dar ejemplo, de nuevo, se posicionan como algunas de las estrategias más efectivas para enfrentarnos a los retos que traen consigo las nuevas tecnologías.

Firma: Dra. Aina M. Gassó y Dña. Berta Nicolás