Con motivo de un mes donde se aúnan la ceremonia de los Óscar y el día internacional de la mujer, en Contraste hemos decidido detenernos ante aquellas realizadoras que han logrado hacerse con la nominación a mejor directora o, directamente, con el preciado galardón de la Academia en esta categoría.
La tardía aparición de miradas femeninas en los reconocidos premios o la ampliación de su presencia en los recientes años –aún con margen de mejora– ofrece un atisbo de historia y cambio generacional que se ha ido dando. Por ello, destacamos la trayectoria de las nueve mujeres que han conseguido romper ese techo de cristal en la dirección cinematográfica.
Tuvimos que esperar casi cincuenta ceremonias para que en la 49ª Lina Wertmüller se hiciera un hueco entre los cinco nominados a mejor dirección, junto a nombres como Sidney Lumet e Ingmar Bergman. La italiana lo logró con Pascualino Siete Bellezas (1975) –también nominada a Mejor guion original y Mejor película internacional–, una tragicomedia ambientada en la vergonzosa etapa del nazismo y sus pactos con otros regímenes fascistas.
A través de ese contexto y la historia de un patético Pasqualino Frafuso (Giancarlo Giannini), Wertmüller fue más allá para indagar en el patetismo humano, la maldad moral y el espíritu de supervivencia. Sin embargo, la brillantez de la cineasta despuntó al conseguir abordar un argumento tan dramático desde una comedia que, si bien se va desinflando para dejar cabida a lo dramático sin suavizar, no cae en lo frívolo.
Posteriormente, el 27 de octubre de 2019, la Academia le otorgó el Óscar Honorífico por su carrera.
Diecisiete ediciones después y ya casi entrando en el nuevo siglo, El piano (1993) propició que Jane Campion obtuviera sus primeras nominaciones al Óscar –tres, para ser exactos– tras alzarse con la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Si bien la estatuilla como realizadora se le resistió otras dieciocho ediciones, ese año consiguió la de Mejor guion original.
En 2022, con unos premios cuestionables en diversas categorías, Campion repitió nominaciones con El poder del perro en película, guion –esta vez adaptado– y, ahora sí, una de dirección que culminó positivamente. Con su majestuoso western, le ganó el pulso a Spielberg –nuevamente nominado por West Side Story–, quien en 1994 había sido el vencedor por La lista de Schindler.
El caso de Sofia Coppola es parecido al de Jane Campion en sus primeras nominaciones: un total de tres –película, dirección y guion original– por Lost in Translation (2003) y la victoria en la tercera de ellas. A pesar de haber sido constante en su filmografía, con buenas obras y un énfasis en la mirada femenina –la más reciente de ellas el biopic de Priscilla (2023)–, la emotiva historia de amor y soledad entre Scarlett Johansson y Bill Murray ha sido la única mención de la academia a la firme dirección de Coppola.
Seis años después de Coppola y treinta y tres tras la primera nominación de una mujer, en 2010 Kathryn Bigelow se convirtió en la primera en alzarse con la estatuilla. Con un thriller bélico y social en la línea de otras de sus producciones, En tierra hostil (2008) ganó cinco de sus nueve nominaciones y, en su 82ª edición, los Óscar finalmente zanjaron la tarea pendiente que habían ido arrastrando.
Greta Gerwig abrió una etapa de unos años con mayor número de nominaciones para las directoras. En este caso, su segundo largometraje, Lady Bird (2017), una coming-of-age semiautobiográfica, resultó en cinco nominaciones totales (tres de ellas para la propia Gerwig). Además, fue la propuesta indie de la edición (junto, quizás, con Déjame salir (2017), la cual estuvo plagada de producciones de mayores dimensiones y títulos con nombres conocidos a sus espaldas.
En su inicio por las andaduras en la dirección, la hasta entonces actriz Emerald Fennell acumuló una triple nominación con su ópera prima Una joven prometedora (2020). Una obra atrevida, chic y crítica que, en su mezcolanza de géneros y tonos, invitaba al espectador a reflexionar, mientras se dejaba guiar por una desbordante Carey Mulligan. Sin embargo, ese mismo año el premio a Mejor directora fue a parar a otras manos…
Con la bella mirada poética de songs my brothers taught me (2015) Chloé Zhao se presentó al mundo. Con The Rider (2017) confirmó su capacidad para desvelar la emotiva verdad tras las imágenes y su íntimo manejo de la cámara. Y con Nomadland (2021) se convirtió en la segunda mujer en obtener la estatuilla hollywoodiense, con una historia de expresa sensibilidad y grandes temas. Tras ello, hizo un acercamiento al género de superhéroes y en 2025 estrena Hamnet, adaptación de la aclamada novela de Maggie O’Farrell con Paul Mescal y Jesse Buckley a la cabeza.
Con su cuarto largometraje, liderado por una asombrosa Sandra Hüller, la realizadora francesa contó con una destacable temporada de premios después de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes con su drama judicial sobre la complejidad de la realidad y de la verdad. Ese galardonado recorrido la llevó hasta las puertas de los Óscar, donde la aparatosa dirección de Christopher Nolan en Oppenheimer se encumbró como la mejor realización. Aun así, Justine Triet consiguió que Anatomía de una caída obtuviera el premio al mejor guion original.
Fargeat consigue ser la segunda directora francesa, por segundo año consecutivo además, en obtener la nominación en esta categoría. Lo destacable en este caso es que lo ha logrado con una cinta de género, de terror explícitamente, que contiene elementos de body horror. A partir de estos componentes, visualmente incómodos y de una visceralidad explícita en muchos casos, La sustancia se establece como una historia que critica una industria cinematográfica centrada en la imagen, la falsa juventud –fruto de un edadismo arraigado– y en constante renuncia de sus máximos iconos una vez han pasado su “fecha de caducidad”. Todo esto protagonizado por un “duelo” interpretativo fantástico entre Demi Moore y Margaret Qualley.