Inmune

Era de esperar que la situación de pandemia provocada por la COVID-19 provocase la aparición de alguna película que teorizase sobre el tema o que, como en este caso, dejase volar la imaginación para plantear un escenario bastante peor que actual.

Adam Mason y su guionista, Simon Boyes, se atreven con un argumento que arranca como una distopía, amenazadoramente cercana, a la que se van añadiendo ingredientes de aventura, intriga, romance, mafias y, para terminar de arreglarlo, algunos elementos motivadores. Demasiada mezcla para un metraje tan corto y una profundización tan escasa.

Todo está impregnado de cierta precipitación que confunde al espectador impidiendo que se adapte a la parte del relato que prefiera. Por separado, la trama del mercado ilegal de pulseras y, sobre todo, la historia de amor de Nico y Sara por medio de videollamadas o con una puerta entre ellos, tienen suficiente carga emotiva o interés como para enganchar al público. Sin embargo, como decía, todo parece cogido con alfileres y auto-bombardeado por otras historias que, con más pensadas, podían haber enriquecido el film en vez de distorsionarlo.

De todos modos, Inmune –dejando clara su escasa calidad– es una buena apuesta para ir el cine, entretenerse, disfrutar con un drama romántico distinto y, por los citados cambios de género que presenta, salir con cierta sensación de esperanza ante el futuro.

Firma: Esther Rodríguez