¿Tecnoadicción? La cabeza necesita un plan de abordaje

Se ha extendido entre los adultos especialmente, pero también entre jóvenes y menores, la idea que las actividades digitales nos “quitan mucho tiempo…” La pena es que el día sigue teniendo 24 horas y no podemos hacer nada para cambiar eso. ¿Qué hacemos entonces?

Falta de tiempo

Parece que muchos de nosotros vamos decidiendo a lo largo del día cuánto tiempo dedicamos a cada cosa. Así comienza una batalla diaria en nuestra cabeza que nos lleva a “sentir” que no hemos tenido suficiente tiempo para el trabajo, que hemos comido muy rápido, que hemos estado muy centrados en el ejercicio físico, que no hemos jugado todo el rato que nos hubiera gustado a ese videojuego o que no hemos podido atender a nuestros amigos ni en las redes sociales ni contestado a todos los mensajes y correos recibidos a lo largo del día.

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Ante esas “preocupaciones o sensaciones” destaca una en particular: el fastidio que nos produce no poder hacer más tiempo lo que más nos gusta. Y nuestra cabeza reprocha la falta de felicidad: “mira que eres tonto, con lo bien que nos los estábamos pasando…”, “pero si ya sabes que eres muy feliz jugando a este videojuego”. En la mayoría de los casos es la misma “felicidad” que nos “promete” el cerebro al estar ante un buffet libre, el escaparate de una pastelería o una buena foto de una parrillada de marisco o de carne: “Nos encanta comer con los ojos”.

El papel de la dopamina

Todos sabemos ya que esa “felicidad o ilusión de felicidad” la produce una sustancia que se llama dopamina, que es quien nos mueve a satisfacer nuestros deseos. Una hormona que dispara enormemente cuando oímos la notificación de un mensaje o pensamos en “las batallas del Fortnite” o los retos de otros juegos.

La diferencia entre “la felicidad estomacal” y la “felicidad digital” es que cuando el estómago está satisfecho avisa de que ya no puede más. Cuando hemos hecho deporte suficiente tiempo “la felicidad física” nos avisa de que estamos cansados. Pero nuestra cabeza, nuestro cerebro, cuando están llenos de dopamina y de satisfacción, de “felicidad digital” no nos avisa de que podemos estar saturados.

Y, además, cada vez que rememora esa satisfacción, vuelve a disparar más dopamina para recordarnos que esa actividad digital nos gusta mucho. Eso es lo que poco a poco se va transformando en “dependencia” y al final se puede llegar a convertir en una tecnoadicción.

Una nueva estrategia

Ya hemos hablado aquí del esfuerzo del autocontrol y del remedio de dominio del tiempo. Hoy vamos a desvelar una nueva estrategia, tan nueva y tan vieja como el pan de cada día: La cabeza, nuestro cerebro, necesita un plan. Te diremos más, es mucho más feliz cuando tiene un plan.

Quizás no has leído todavía que el cerebro es una “máquina” que gasta mucha energía en “predecir el futuro”. Y por eso, le hace muy feliz tener un horario que cumplir: sabe que se sentirá mejor cuando haya hecho bien ese plan.

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Por tanto, la solución para no caer en la dependencia ni en la tecnoadicción es aparentemente sencilla: hay que tener un plan. Una programación de los tiempos de cada día. Un espacio para trabajar, un periodo para estudiar, un rato para los amigos, un momento para jugar, otro para comer, para hacer deporte y para descansar.

Una vez realizado el horario, hay que tener en cuenta tres aspectos sencillos:

  • Puede ir variando en una hora o dos, dependiendo de los días.
  • No es grave si nos desviamos del plan 15 o 20 minutos en alguna de las fases.
  • Si algo nos impide cumplirlo, ya lo volveremos a intentar al día siguiente.

Además, si ponemos esfuerzo en llevar a cabo nuestros objetivos, tenemos un 50% de la felicidad diaria asegurada y menos estrés en nuestra vida.

Firma: Domingo Malmierca