A la pregunta “¿debo preocuparme por mi huella digital?” tenemos una única respuesta. Sin ninguna intención de dramatizar ni asustar, sí. Simplemente, sí. Podríamos decir que debe preocuparnos solo hasta el punto de que nos lleve a interesarnos por saber qué es, qué implica y cómo cuidarla para hacer lo posible por minimizar sus riesgos.
Este no es un tema menor y lleva implícita una pequeña alerta. Además, es algo relativamente moderno que no se nos ha enseñado a los que tenemos más de veinticinco años, muy posiblemente. Esperemos que los más pequeños crezcan siendo más conscientes de esta realidad.
Tener una vida digital en línea conlleva con ello una gran responsabilidad porque toda esa información nuestra (fotografías, vídeos, textos, datos personal sensibles y cifras bancarias, entre otros) nos expone frente a los ciber delincuentes que se encuentran en cualquier punto del planeta.
En este artículo queremos daros las principales claves para empezar a cuidarnos frente a los múltiples peligros que puede esconder la vida pública en internet.
¿Qué es la huella digital?
Por si alguien aún se está preguntando a estas alturas qué es exactamente esto de la huella digital, lo resumimos. Es, sencillamente, toda aquella información que se puede encontrar en la red sobre una persona: imágenes (fotos o vídeos), dirección postal, teléfono, cuentas bancarias, comentarios en redes sociales y blogs, noticias, registro de compras, etc.
Hay dos tipos de huella: la activa y la pasiva. La primera es la que nosotros compartimos de forma consciente (fotos, mensajes, compras, transacciones, etc.) y la segunda es toda aquella que proporcionamos de manera involuntaria (ubicación, datos nuestros personales como la edad, el sexo, o nuestros hábitos de conexión a las diferentes aplicaciones).
Toda esta información queda en internet, en los servidores de las empresas por las que hemos navegado y, por ello, deja de estar bajo nuestro control. En cuánto a las redes sociales, en las bases legales que aceptamos al abrirnos el perfil, damos nuestro consentimiento para que se queden con todo lo que publiquemos y pasa a ser de su propiedad en los servidores que tengan en Irlanda, Estados Unidos o Arabia Saudí, entre otros países.
No podemos dejar de tener en cuenta que toda esta cantidad inimaginable de datos personales que quedan en la red son también parte de nuestra historia y, por tanto, reputación.
Cada vez, más empresas y centros de estudio están revisando los perfiles en redes sociales de los candidatos para saber qué tipo de vida llevan antes de aceptarles. De esta manera, pueden hacerse una idea muy aproximada de nosotros simplemente con un par de clics.
Quizás queda más claro ahora lo importante que es saber qué estamos subiendo a internet o se está generando sobre nuestra persona, ¿verdad? Pero, ¿significa esto que debo cerrar todas mis cuentas, borrar mi correo electrónico, eliminar mis conversaciones privadas y cortar los cables de mi router? Pues no, por supuesto.
Es verdad que eres completamente libre de vivir como desees tu vida digital, pero desde aquí no estamos llamando a ello ni a tener un miedo patológico a colgar algo o textearnos con otras personas. Simplemente queremos poner algo de luz en un tema que en muchas ocasiones no está suficientemente presente en nuestro día a día para tener el cuidado necesario y evitar exponernos sin conocimiento.
¿Qué puedo hacer?
A continuación, te dejamos algunos de los consejos para una vida digital saludable:
– Cuida lo que subes sobre ti y piensa si la información que das es excesiva. Por ejemplo, publicar tus vacaciones lejos de casa mientras el hogar está vacío quizás es algo peligroso. Una alternativa sería subir esas fotos y vídeos una vez vuelvas.
– No subas nada que no te defina como persona y que, además, pueda jugar en tu contra. De las bromas del momento con tus compañeros de trabajo te puedes arrepentir el resto de tu vida.
– Practica el egosurfing. Revisa cada cierto tiempo qué hay sobre ti en la red. Escribe tu nombre y apellidos en un buscador y cerciórate de qué información dispone internet y, por lo tanto, cualquier persona.
– Evita sitios web de poca seguridad. Confirma que la URL a la que te conectas empiece por https://. La s final es la que te garantiza que esa web tiene un certificado de seguridad frente a vulnerabilidades externas.
– Procura no navegar a webs de información sensible (tu banco online, datos privados, etc.) o enviar referencias personales cuando te conectes a un router público. Si debes hacer este tipo de consultas, se recomienda que apagues el wifi y lo hagas con el 3G, 4G o 5G de tu teléfono. Si necesitas hacerlo mediante un router público, la última recomendación es que lo hagas con una conexión VPN (una red privada) que se puede conseguir dándote de alta en webs específicas con estos servicios. De esta manera evitarás que cualquiera que se conecte al mismo wifi público pueda ver tu navegación.
Firma: Carlos Luque