First man – El primer hombre

Damien Chazelle se va a la luna para seguir la estela de éxito de su La ciudad de las estrellas – La la land. En su tercera película, por primera vez, ha dejado el guion en manos de un bien labrado Josh Singer (Los archivos del pentágono, El quinto poder, Spotlight), que parte de la única biografía autorizada de Neil Armstrong, la escrita por James R. Hansen.

Es interesante ver cómo Chazelle se enfrenta a una nueva historia sobre el precio del éxito. Sin embargo, esta vez la historia es real y no se contrapone ambición profesional y familiar o personal, a pesar de que hay conflicto entre ambas por otros motivos.

En este sentido, Josh Singer revela el precio que hay que pagar, la cara oscura, del sueño americano (para unos) o de avanzar en la carrera espacial y en la investigación (para otros).

Para ello, se centra en la figura y persona de Neil Armstrong y en el profundo duelo por la muerte de su hija, que se convierte en un interesante trasfondo de la trama y en sus contrapuntos más emotivos. No obstante, ni Singer ni Chazelle dejan de lado las otras pérdidas personales, lo que da lugar a una película muy realista, sobre las cadenas de fracasos como antesala de un triunfo, y melancólica a pesar de su talante épico.

Por su parte, Justin Hurwitz logra que la banda sonora genere todos esos pensamientos y emociones, incluso consigue la mezcla de grandeza y soledad que Chazelle buscaba y que resuena con fuerza y regusto a western en la pieza The landing.

También es interesante el cambio en la realización. El plano secuencia que el cineasta no abandonaba en su famoso musical y el dinamismo en el montaje que atosigaba en Whiplash dan paso a una dirección más clásica. Sin embargo, en ella abundan ligeros reencuadres y planos cortos con reflejos sugerentes y miradas a la luna, que también dan protagonismo y detalle al proceso técnico y la textura de tornillos, turbinas y botones.

Estamos ante un Chazelle que quiere contar algo a lo grande, pero que sabe moderar su ambición. Esto provoca un resultado más medido, aunque algún espectador eche en falta más extroversión.

Firma: Lourdes Domingo