Malnazidos

La novela Noche de difuntos del 38 de Manuel Martín Ferreras es el texto de origen de esta propuesta que mezcla géneros y tópicos sin coartadas.

Javier Ruiz Caldera ya había sembrado en esta línea en sus títulos anteriores: Spanish movie, Promoción fantasma o Anacleto: agente secreto. Esta vez, uno de sus colaboradores habituales, Alberto de Toro, se suma en la dirección y ambos ofrecen una combinación más suave en lo paródico y más perfecta en su ejecución formal.

En este sentido, el diseño de producción es esmerado y eficaz. Además, en lo escénico ha supuesto un gran acierto el rodaje en parajes naturales de Cataluña que otorgan un plus de temporalidad ambivalente y de belleza, en medio de vísceras y mordiscos. Al mismo tiempo, la interacción de todos estos parajes con el poblado y, por ejemplo, con los trenes de época brindan ese tono verosímil, imprescindible también en el fantástico. Y a esto ayuda una realización y un montaje de las persecuciones y otras secuencias de acción que dan las dosis de peripecias predecibles, pero entretenidas.

Sin embargo, la adaptación narrativa flojea más en los diálogos, que se ven forzados a dar espacios, alternos, a cada personaje para que aporte datos sobre su pasado y sobre el color que da al reparto coral de estereotipos de la Guerra Civil. Del mismo modo, los chistes se dejan caer con alguna falta de naturalidad y apretura, porque hay que decir muchos.

No obstante, en general, esto no acaba importando tanto si lo que el público busca es un maquillaje ceñido al guion de zombies; un guion alocado ceñido a los cánones de las comedias con premisas disparatadas; y unas premisas que acogen a protagonistas con rostro humano.

En el macrouniverso fílmico de la guerra civil española, sin duda, es una divertida novedad que tengan que ser los zombies los que pongan de acuerdo a los dos bandos; todo ello, en un despliegue fresco y con sello ibérico de las pautas de este subgénero de muertos vivientes.

Firma: Lourdes Domingo