Los buenos modales

Los buenos modales, de Marta Díaz, consigue una historia familiar hecha por y para la figura de las abuelas. Su guion, perfectamente elaborado, explica y transmite la precaria posición social de las abuelas de nuestro país; destinadas a seguir satisfaciendo la vida de sus hijos y nietos, relevadas siempre a un segundo plano sin momentos para pensar en ellas mismas. En este relato, el film se cuece a fuego lento, va de menos a más y sorprende.

Por otro lado, la fotografía y los departamentos de arte, logran transmitir la cultura de nuestra sociedad: hay muchas pinceladas de folclore en la decoración y el vestuario y los diálogos son muy nuestros. Se distinguen a la perfección las clases sociales, las familias y el poder económico. Incluso cuenta con una paleta de colores que en ocasiones recuerda a la esencia de Almodóvar.

Su reparto eleva la película a un nivel superior, pues Elena Irureta y Gloria Muñoz se llevan la atención de todo el largometraje con sus tiernas e implacables actuaciones. Su disputa traspasa la pantalla y consigue que el espectador se identifique con muchas de las conversaciones que transcurren durante la cinta.

Destacar también el gran trabajo de Carmen Flores y Pepa Aniorte, quienes le quitan hierro al asunto de una manera bienintencionada e hilarante. Se entrometen en las vidas de las personas para las que trabajan, siendo las primeras en plantar cara a aquello que no les parece correcto.

Al final, Los buenos modales mandan un mensaje positivo sobre el perdón, la amistad y el amor fraternal.

Firma: Laia Varo