Katyn

La película rememora vestida de luto la parte más oscura del comunismo, durante y después de la 2ª GM, dibujando una trágica historia que conmueve al tiempo que informa, ensalzando la fructuosa trayectoria de Andrzej Wajda, un juicioso director siempre comprometido con la evolución política y social de su país.

Combatiente en el frente polaco a temprana edad e hijo de un padre asesinado en Katyn, Wajda se introdujo en el mundo del cine con A generation y ha sido el artífice de numerosas películas de denuncia social, desde el antibelicismo expresado en Kanal y Ashes and Diamonds, al apoyo que da al Sindicato Solidaridad en Man of Iron; un film en el que, por cierto, aparece el político y activista Lech Walesa interpretándose a sí mismo.

Ocho años después de lanzar Pan Tadeusz, que retrataba una Polonia conflictiva en tiempos de Napoleón Bonaparte, Wajda regresa a la gran pantalla, de nuevo con un drama bélico, para mostrar los últimos días de centenares de oficiales polacos sorprendidos en medio de la angustia ante un destino incierto; no sólo por parte de estos desdichados militares, también de sus propias familias. El director refleja así profundas marcas de tristeza y horror a partir de la tragedia de un crimen del que Rusia se desentendía –inculpando a la GESTAPO– y que no reconoció hasta 1990, tras el desmembramiento de la URSS.

Entre los actores, quizá el más conocido es Andrzej Chira, que ha aparecido en películas recientes de la Europa Oriental y que, esta vez, interpreta a uno de los pocos supervivientes de la encubierta masacre rusa. No obstante, Chira no destaca tanto por su propia actuación, sino por haber formado parte de un reparto coral tan directo como convincente a la hora de expresarse.

Si bien Katyn no puede equipararse con la spielbergiana vida de Oskar Schindler, ambas coinciden en alejarse de la violencia gratuita que suele exhibir el cine comercial, para dotar de poderoso significado aquellas escenas en que las consecuencias de la guerra son demasiado explícitas.

Por otra parte, el film es muy cercano al documental y su procedimiento puede resultar algo denso. Pero ello no impide reconocer que se trata de una reconstrucción histórica muy meritoria, destinada a un público adulto con afán de ampliar conocimientos, aunque algunos de ellos no son agradables de ver.

Firma: Carles Martinez Agenjo