De tal padre, tal hijo

Por su contenido argumental, indiscutiblemente, esta historia podría dar lugar a una realización sensiblera con resultado lacrimógeno. Afortunadamente, en esta ocasión no es así. El director japonés Hirokazu Koreeda, autor asimismo del guión, sin pretender ahondar exclusivamente en los sentimientos que del hecho puedan desprenderse, basa su película de forma primordial en los efectos colaterales derivados de un intercambio ocasional de los niños, al variar el núcleo familiar donde habitan con evidentes diferencias sociales y económicas.

Mikiya Takimoto define con singular acierto la forma de vida de cada una de las dos familias, con sutiles pinceladas de sus costumbres y posibilidades acordes con su estrato social, eso sí, sin que ni en uno u otro hogar falte el más mínimo detalle de amor por sus correspondientes hijos. Un amor que no se mide por pertenecer a distintos niveles económicos y que se ofrece desinteresadamente como una de las recompensas más valiosas y como primordial base para un mejor futuro.

Una vez más, la cinematografía japonesa nos ofrece una magnífica película en la que la indiscutible calidad de sus imágenes corre pareja con su alentador e ilusionado mensaje. No en vano ha logrado este año 2013 el Premio del Jurado en el Festival de Cannes y el Premio del Público en el Festival de San Sebastián.

“Omedeto!” (¡Enhorabuena!)

Firma: Joaquín Guitart