El triángulo de la tristeza

El triángulo de la tristeza hace referencia al espacio entre las cejas y la nariz, que algunos tanto se esmeran en perfeccionar. Y son ellos en concreto los que más reciben en esta crítica a la sociedad moderna que no deja títere con cabeza.

Con un tono irónico y mordaz, que se introduce en el prólogo del film, Ruben Östlund hace una sátira del mundo de la moda, los influencers, las relaciones vacías, la diferencia entre clases sociales o la obsesión por el dinero. Para ello, estructura tres partes bien diferenciadas, en las que la cámara observa diferentes reacciones humanas, algunas de las cuales desembocan en situaciones grotescas y desagradables.

En general, este caos despierta diferentes sentimientos en el espectador: por un lado, hay escenas divertidas y acertadas que suscitan la carcajada pero, por otro, la coyuntura general provoca una gran tristeza. El humor sutil y el sarcasmo son la causa de muchos momentos hilarantes, mas cuando uno acaba de reír queda un vacío sobre el que es interesante reflexionar.

Se le podría reprochar el extenso metraje, no obstante, el guion está lo suficientemente bien hilado como para que no se haga largo. Eso sí, su último tramo se nota bastante irregular.

Firma: Patricia Amat