Eric

Abi Morgan (La dama de hierro) lleva a la pequeña pantalla este drama lleno de contrastes. Por un lado, muestra el ambiente colorista, inocente y feliz de la infancia a través de un show de teleñecos y su fundación, que da de comer a cientos de indigentes en la ciudad de Nueva York. Por otro, se desata una trama de corrupción en la que entran en juego los abusos a menores y la homosexualidad. Y, a pesar de que la primera línea argumental es la que provoca la segunda, ambas se desarrollan de forma independiente. Tanto por su contenido como por su evolución, parecen dos series diferentes ensambladas en una.

Ambientada en la década de los 80, nos tropezamos con una ciudad sucia y plagada de miseria. En este escenario, la desaparición de Edgar Anderson suscita la investigación que descubre vicios y abusos de poder. Quizá esta es la trama más interesante, aunque la más dolorosa. Así, el arduo camino del inspector Michael Ledroit (McKinley Belcher III) resulta mucho más convincente que el de Vincent Anderson (Benedict Cumberbatch).

En este sentido, el personaje de Cumberbatch transita la locura, ya sea por enfermedad o por exceso de alcohol y otras sustancias, pero no evoluciona. De esta forma, a su ya inaguantable caracter se suma un inmovilismo que acaba por sonar repetitivo. No ayuda la aparición de Eric, ni se sabe muy bien cual es su misión. De hecho, de ese monstruo, fruto de la imaginación o la enajenación de Vincent, se esperan muchas cosas que nunca llegan.

También, el guion pretende alumbrar demasiados temas que por su profundidad requerirían más horas de metraje. Se apuntan historias de dolor como la figura de un padre autoritario y ausente, el peso de las acusaciones públicas (sean verdaderas o falsas), la visión de la homosexalidad y el sida, la inestabilidad psicológica y emocional, la evasión de la realidad o los traumas y la fragilidad humana.

Sin embargo, todo ello solo se apunta y, al final, la serie no avanza al ritmo necesario por el volumen de historias que quiere contar. Con una trama más ligera, un equilibrio en el peso de los personajes y dos capítulos menos, Eric podría haber sido algo digno de ver. Lo que nos llega puede entretener, pero no convence. Ni con Cumberbatch en el reparto, que es mucho decir.

Firma: Mar Pons