La peor persona del mundo

La peor persona del mundo sigue los pasos de una joven durante cuatro años mediante una marcada estructura literaria: doce capítulos, un prólogo y un epílogo. De esta manera, es más fácil identificar, en cada apartado, el tema específico que quiere abordar el director.

Igual que la protagonista cambia impulsivamente de pareja y de profesión, la cinta va dando bandazos de un tema a otro, tocando superficialmente materias como el amor, las relaciones, el trabajo, la maternidad o el compromiso –probablemente con opiniones que difieren de las de cierto público–. Es quizá ese ritmo ágil el que impide profundizar y aporta una ligereza que es de agradecer ante más de dos horas de metraje.

Con humor y algunos recursos estilísticos originales –una escena congelada, imágenes deformadas por el efecto de las drogas– el director intenta hacer un retrato preciso de la confusión que sufren muchos jóvenes en la actualidad. Sin embargo, debido a la localización y al perfil tan concreto del personaje, no llega a ser una fotografía de esta generación sino simplemente una imagen de la incertidumbre que padecen.

Frente a algunas inconsistencias del film, Renate Reinsve consigue hacerlo atractivo gracias a su carisma. La actriz borda un papel que puede llegar a resultar agotador y su interpretación invita a reflexionar acerca de las consecuencias de la indecisión, la soledad o el verdadero significado de la libertad.

Firma: Patricia Amat