La hija

Manuel Martín Cuenca presenta, junto a su guionista habitual, Alejandro Hernández, un film oscuro y lento pero que sabe generar tensión y mantener al espectador atento. El thriller se va construyendo con mucha tranquilidad, hilando secuencias de manera inteligente para lograr sobrecoger.

Los impactos que presenta la película no son forzados por una banda sonora tenebrosa o mucha acción. Al contrario, el director consigue crear poco a poco, con diálogos sobrios –y contados– y ruidos intermitentes una atmósfera inquietante que refleja la soledad que sienten los protagonistas.

Además de gestar un ambiente incómodo, la cinta trata un tema duro. Aunque no profundiza de lleno en dilemas morales acerca de la maternidad, sí que incita reflexiones sobre los derechos de las personas, los límites éticos o la gestación subrogada. Martín Cuenca lleva a la audiencia a preguntarse hasta dónde puede llegar alguien que se siente legitimado a tener un hijo y hasta qué punto ser madre es un deseo que puede –o debe– materializarse.

Con estas cuestiones de fondo, el público se sumerge en un sombrío paisaje –casi tanto como la temática– que le conduce hacia un imprevisible final que roza el terror de manera eficaz. Es un título con varias sorpresas, actuaciones magistralmente contenidas, una fotografía fascinante y que, sin duda, mantiene la angustia durante todo el metraje.

Firma: Patricia Amat