Matt Charman -coguionista de Suite francesa y un par de miniseries británicas- escribió un borrador sobre la vida de James Donovan que presentó a los directivos de DreamWorks. Una vez aceptaron llevar a la gran pantallas estos hechos históricos, que pasaron discretamente por las crónicas de esos años, los hermanos Coen reescribieron el libreto para aportar su sentido del humor y su habilidad para mezclar tonos, atmósferas y géneros. Su pluma brilla especialmente en los irónicos y amables pasajes familiares del protagonista y en la sobria pero compenetrada relación con su defendido.
Al mismo tiempo, con la dirección a cargo de Steven Spielberg, la película se convierte en un alegato del individuo frente al sistema. En medio de un escenario como la guerra entre dos grandes paradigmas bastante antitéticos (capitalismo y comunismo), los tres guionistas y el director dibujan un relato patriótico (con melodías gloriosas y planos dilatados algo sonrojantes), donde la gesta es personal.
Esta cuestión no es trivial y recorre la trama de principio a fin. Está presente en el conflicto entre la legítima defensa legal, amparada por la Constitución, y la situación de excepción que vivían los Estados en aquellos años. También subyace en la dialéctica entre legislar o enjuiciar bajo los efectos de emociones viscerales o mantener una estrategia más fría, no tan cortoplacista o revanchista y más pegada a los derechos fundamentales y universales.
En este sentido, se nota que Spielberg es un cineasta muy experimentado y con una mirada privilegiada y equilibrada sobre lo que espera el espectador cuando va al cine y, a la vez, sobre lo que nos enseña la Historia. Sin duda, en El puente de los espías se han sabido engranar muchos asuntos, todavía pendientes en la política internacional, y muchos temas que siguen seduciendo al público: familia, amistad, rectitud de conciencia y heroísmo; todo bañado con sentido del humor.
La fórmula se convierte en magistral, no tanto porque el film sea una obra maestra, sino porque funciona. Gustará al gran público. Y otros espectadores echarán en falta una mayor contención sentimental, más presente en otros guiones de los Coen.
Por su parte, Spielberg vuelve a colaborar con su director de fotografía Janusz Kaminski, que también ha iluminado piezas con aires más europeos como La escafandra y la mariposa. En El puente de los espías, crea algunos leitmotivs que otorgan personalidad a su trabajo, como la ráfaga de luz blanca que atraviesa las ventanas, sea la ciudad que sea, o los retratos hiperrealistas (acordes con el momento artístico del Nueva York de entonces) que pinta Rudolf Abel.
En esta misma línea de coherencia formal y cronológica se organiza el diseño de vestuario, la escenografía y las localizaciones (en Nueva York, Alemania y Polonia). Las dimensiones de la producción son grandes y los detalles cuidados también son muchos. Todo esto, unido a ese guión con el rumbo puesto hacia la butaca y a esa voluntad grandilocuente, convierte a esta película en una firme candidata a premios, aplausos y entradas vendidas.
Firma: Lourdes Domingo
Director: Steven Spielberg
Guionistas: Ethan Coen, Joel Coen, Matt Charman
Intérpretes: Alan Alda, Amy Ryan, Austin Stowell, Mark Rylance, Sebastian Koch, Tom Hanks
Género: Drama
País: Alemania, EE.UU., India
Fecha estreno: 04/12/2015
Lenguaje: Coloquial
James Donovan, un abogado de Brooklyn especializado en la reclamación de seguros y antiguo fiscal en el proceso de Nüremberg, se ve inmerso en un caso que podría dar un giro a su carrera. Deberá defender a un supuesto espía soviético, Rudolf Abel, capturado en Estados Unidos, en un juicio que abre un debate social, pero también provocará una nueva manera de gestionar la Guerra Fría.
Título original: Bridge of spies
País: Alemania, EE.UU., India
Duración: 141'
Fecha producción: 2015
Distribuidora: Fox
Color: Color