El agente topo

Maite Alberdi dirige un film que fluctúa en su forma entre el documental y la ficción, navegando también entre el drama y la comedia y con una denuncia social de fondo. A pesar de que no acaba de definirse con claridad, la primera parte definitivamente no tiene desperdicio. Ahí se presentan tanto el argumento como sus protagonistas, en una premisa original y fascinante.

El espectador se encuentra al inicio de la cinta presenciando un casting a mayores de 80 años para ser contratados como espías, una coyuntura con muchas posibilidades de guion. Allí, entra en escena Sergio, un recién viudo que gana este proceso de selección y debe convertirse en agente topo. Su primer contacto con la tecnología y con el caso que debe investigar proporciona numerosos momentos cómicos que, además de divertir a la audiencia, despiertan también cierta ternura.

El largometraje es peculiar en el modo que tiene de mezclar imágenes propias de un documental con planos más característicos del género dramático –un acierto, pues aligera el ritmo–. Además, es modesta y quizá algún movimiento de cámara pueda resultar molesto para el público. Aún así, el humor, las historias de sus personajes y la delicadeza y humildad con que aborda ciertos temas, son suficientes como para pasar por alto las carencias técnicas.

Por otro lado, su mensaje principal resulta claro y evidente. Aunque la directora se arriesga al abundar en la comedia durante el principio, poco a poco se va entreviendo el problema que existe en la residencia. Sin resultar melodramático, el relato va girando hasta evidenciar la soledad que sufren las personas mayores y la necesidad que sienten sus seres queridos de camuflar su culpabilidad.

Este título, combinación de reportaje y película de agentes, reflexiona acerca de la situación en hogares de jubilados y conforma una propuesta sencilla y encantadora. Es verdad que podría haber aprovechado la oportunidad de ir mucho más allá, pero no deja de ser una elección amena y satisfactoria.

Firma: Patricia Amat