Hay dos temas que parecen obsesionar a Roland Emmerich desde hace tiempo. Y ambos conectan bastante con parte del imaginario colectivo norteamericano, aunque sus películas no indagan en ellos con profundidad ni mucha novedad ni en lo antropológico ni en lo fílmico. Se trata de la figura del padre y el concepto de espacio.
Emmerich no se dedica a analizar la problemática contemporánea del ciudadano con su progenitor ni tampoco rastrea la influencia que el territorio tiene en el hombre o en la organización social.
Sus protagonistas, siempre masculinos, divorciados o separados, con dificultades para madurar y asumir las responsabilidades respecto a sus hijos, reciben la oportunidad de superar todos esos traumas salvando el mundo. Este caro y aparatoso precio pasa, a su vez, por una destrucción de los espacios que adquiere siempre un cariz ciertamente apocalíptico.
Los aliens, el calentamiento global o el mismo fin del mundo han sido pruebas que han tenido que superar los títeres de este director y productor, cuyas señas de identidad siempre han sido la ausencia de una crítica seria y solvente a las cuestiones de poder, relacionales o sociales, que sobrevuelan sus films con inquietante superficialidad e infantilismo.
Dispendio de medios, derroche de actores -algunos con talento (Jamie Foxx) se tornan aburridos, y otros aburridos de por sí (un Channing Tatum emulando a Bruce Willis y su camiseta) se tornan aún más grises-, batiburrillo de traidores y giros sorpresivamente patéticos, además de niños capaces de hacer un videoblog en medio del asalto a la Casa Blanca, al parecer, merecen 130 minutos en la gran pantalla.
Que el espectador decida si, a pesar de todas estas particularidades, quiere consumir un film en el que, eso sí, la acción está bien rodada, así como los efectos especiales. Sin embargo, en medio de los tiempos en que vivimos (las diversas crisis internacionales), toda esta retahíla de películas sobre presidentes norteamericanos y sus casas (Objetivo: la Casa Blanca o incluso El mayordomo, entre otras) suena a una clara tendencia prefabricada y muy publicitaria.
Sinceramente, para este viaje no se necesitan alforjas: lo que Emmerich ofrece ya lo vimos en televisión con Jack Bauer en 24 o Homeland más recientemente. La primera con más dinamismo y pericia en la realización, y la segunda con más espíritu crítico respecto a las instituciones.
Firma: Lourdes Domingo
Director: Roland Emmerich
Guionistas: James Vanderbilt
Intérpretes: Channing Tatum, James Woods, Jamie Foxx, Jason Clarke, Joey King, Maggie Gyllenhaal, Richard Jenkins
Género: -
País: EE.UU.
Fecha estreno: 13/09/2013
Lenguaje: Coloquial
Cale es un policía que trabaja en el perímetro del Capitolio. Con un matrimonio fallido a sus espaldas y una hija decepcionada por su rol paterno, intenta entrar en el servicio secreto del Presidente de los Estados Unidos, pero no pasa de la primera entrevista. Aprovechando que ésta se desarrolla en la misma Casa Blanca, dedice llevarse a su hija Emily para pasar un día los dos juntos.
Sin embargo, una vez allí, un equipo de paramilitares, al que se suma un traidor con un importante cargo en la casa presidencial, se hacen con el edificio a la búsqueda del presidente.
Título original: White House down
País: EE.UU.
Duración: 131'
Fecha producción: 2013
Distribuidora: Sony
Color: Color