Anomalisa

Charlie Kaufman, guionista de Cómo ser John Malkovich, dirige y escribe, junto con Duke Johnson –especializado en cortos y en series de televisión–, este título de animación para adultos. Utilizando la técnica stop motion (tomas fotográficas continuadas), ambos han pretendido dar un realismo a la animación que no suele verse en otras propuestas. Sin embargo, la película no destaca por ningún tipo de belleza o singularidad tan especial que justifique ver esta historia, fundamentalmente desalentadora.

En Anomalisa todo es gris, claustrofóbico y lluvioso, tres adjetivos que se plasman tanto en el ambiente físico donde se desenvuelven los personajes, como en su propia concepción vital y en sus caracteres. Triste y pegajosa es la historia que se narra y, aunque muchos han intentado ver una propuesta filosófica o artística o, incluso, innovadora –por alguna razón incomprensible está entre las finalistas al Oscar a la Mejor Película en su categoría–, lo cierto es que el consumidor de a pie, que no quiere llegar al tercer o cuarto nivel interpretativo, se topa con una forma bastante poco atractiva de narrar la individualidad, las excepciones y, como el propio título sugiere, las anomalías.

Está calificada con una R «Restringida» en su país de origen, lo que significa que, a parte de «no admitir a menores de 17 años sin ser acompañados por los padres o un tutor», «incluye material para adultos y puede tener un lenguaje gráfico y escenas de violencia, sexo, desnudez y uso de drogas». A Anomalisa sólo le falta alguna escena violenta y el uso de las drogas, pero eso sí, el alcohol es un personaje más del film. Por tanto, queda avisado el público de lo comercial y aquellos a los que nos gusta disfrutar con historias normales, el resto puede ver en Anomalisa la obra de arte que otros somos incapaces de apreciar.

Firma: Mar Pons