El repostero de Berlín

Ofir Raul Graizer ha dejado en su ópera prima unos cuantos rasgos de su biografía: israelí de nacimiento y después ciudadano de Berlín, es también un apasionado cocinero que localizó en un caso real el núcleo de su primer largometraje.

Sin embargo, como a veces sucede en los primeros tanteos ambiciosos, el resultado dista mucho del objetivo. El guion de Ofir Raul Graizer plantea varios giros amorosos, luctuosos y también sexuales con varias velocidades dramáticas que llegan a desorientar y distanciar. A veces, la elipsis y sinopsis de los hechos conduce a pensar que no son importantes; cuando luego quizá sí lo serán. Otras, se dilata la narración singularizando más algunos gestos y tomas que, por obvias, llegan a ser ridículas.

El problema está en varios frentes, y no solo en los zooms de los que parece haberse eclipsado la cámara (que no el espectador) ni en los clichés románticos, religiosos o sensuales con los que se trabaja el relato. Graizer quiere contar algo con gravedad y pone los medios, sobre todo en la puesta en escena y dirección de actores. No obstante, a su historia le falta perspectiva y le sobra confusión, en especial en el retrato de sus protagonistas masculinos.

Firma: Lourdes Domingo