Slugterra

El argumento principal de la serie gira en torno a un conjunto de personajes que luchan por defender la paz en las profundidades terrestres. Para ello, los protagonistas cuentan con una munición especial en sus armas: las slugs. Pequeñas babosas con poderes mágicos que, al ser disparadas, cobran una nueva forma y actúan con una fuerza sobrenatural.

La cantidad de animaciones en las que los menores, alejados de su entorno familiar, se ven envueltos en la necesidad de luchar con armas (sean cuales sean) es abundante y llamativa. En Slugterra, además, se utilizan una serie de criaturas que ni mueren ni matan. Por tanto, la violencia con la que se pelea nunca tiene consecuencias para el que la practica o la recibe. Estas distorsiones del mundo real no benefician al pequeño espectador que asiste con admiración a las proezas de Shane y su equipo.

La ausencia de la vida en familia, de la autoridad de los educadores, el afán por un fin tan tétrico como ser el mejor tirador de slugs (contra las personas, porque no se trata de una actividad de puntería) y la única meta de derrotar al enemigo, sean cuales sean los medios, restan idoneidad a esta animación que se pretende infantil. Además, el menor debe enfrentarse a una enérgica campaña de merchadising que trae a la realidad los muñecos, armas y escenarios de un mundo tan oscuro como el de Slugterra.

Si bien es cierto que el resultado visual de la serie es atractivo y convincente y que los personajes y diálogos están bien perfilados, esto no compensa el trasfondo competitivo, violento y desolador de este producto coproducido entre Estados Unidos y Canadá.

Firma: Mar Pons