Sin huellas

Carlos de Pando y Sara Antuña (El vecino, ¡García!) vuelven a trabajar juntos. Esta vez, apuestan por una comedia protagonizada por dos limpiadoras con situaciones vitales muy distintas.

Cata es mexicana. Abandonó Medicina para hacerse cargo de su hija y trabaja duro para traerla a España. Desi es gitana. Aunque empezó estudios universitarios, no los terminó. Además, no recibe apoyo de su madre desde que sabe que sale con otra mujer.

Sin huellas es una propuesta curiosa. La narración avanza gracias al empalme de decisiones absurdas –no se las puede calificar de otro modo–, pero es que el desparpajo de las protagonistas, la complicidad entre ambas y la facilidad con la que se mueven en escena consiguen que nos creamos cualquier cosa.

Lamentablemente, esta frescura del relato principal no la encontramos en las historias secundarias, lideradas por personajes que responden a estereotipos: los despiadados sicarios rusos, la insoportable familia de millonarios y el ex marido borracho en busca de una segunda oportunidad.

Una serie para pasar el rato, sin más pretensiones que hacernos reír. Si la analizamos con lógica, no le veremos la gracia, si perdonamos los disparates, pasaremos un buen rato.

Firma: Júlia Nafría