Nate is late

Es impresionante la cantidad de cosas que pueden pasarle a uno en poco tiempo. En concreto, en el lapso comprendido desde que nos levantamos por la mañana hasta que suena el timbre anunciando el inicio de las clases del colegio. Y es que aunque recordemos cuales eran nuestros problemas matutinos en la época escolar, no imaginaremos ni de lejos los contratiempos a los que se enfrentan Nate y Malika día tras día.

Nate is late es una serie más de animación infantil. Su dibujo en 2D ya lo hemos visto en otras ocasiones como en Los Green en la gran ciudad. Se trata de esos personajes caracterizados por rostros de ojos grandes y sonrisas dentudas, aunque esta vez con la piel mucho menos amarillenta. Además, los obstáculos con los que se encuentran los protagonistas no son especialmente novedosos.

Pero sí que hay algo que sorprende: el género cambia radicalmente de un capítulo a otro. Algunas veces presenciamos situaciones (extremas) que podrían pasar en la vida real, como el robo de un banco o el secuestro de un príncipe. En otras, en cambio, la magia y los seres fantásticos invaden la trama y la pareja debe lidiar con dragones, duendes y brujas. Incluso encontramos episodios dedicados a los inventos de ciencia-ficción. Y, por si este cóctel no fuera suficiente, de vez en cuando nos regalan una lección sobre biología, matemáticas o historia, totalmente ajustada a los conocimientos del público.

Pero lo mejor de todo es que este collage de temáticas es totalmente lícito, ya que el único requisito del guion es que el suceso pueda desarrollarse en los 500 metros que separan las casas de Nate y Malika del colegio. Y aquí reside la gracia. No tanto en que los sucesos que se plantean tengan que ser originales –que ya hemos dicho que no lo son– sino en que el espectador no pueda ni tan solo sospechar por donde se dirigirá la próxima historia.

Por tanto, en Nate is late el público ya conoce el inicio y el final del capítulo antes de empezarlo, pero está dispuesto a dejarse desconcertar por aventuras disparatadas y sin relación. Al fin y al cabo, este formato facilita su emisión en televisión, que no obliga a ver la producción en orden para entender la trama.

Firma: Júlia Nafría