Little fires everywhere

Con un inicio atractivo, Little fires everywhere pretende abarcar demasiados fuegos y se acaba quemando al no poder gestionarlos todos. Por un lado, el capítulo piloto plantea un enigma que debe ser resuelto y, por otro, propone diversas materias de fondo sobre las que quiere profundizar pero al final convierte en telenovela.

Parece que la serie intenta no dejarse ningún tema por tocar: racismo, feminismo, maternidad, homosexualidad, lucha de clases, gestación subrogada, aborto… Pero tanto discurso social es agotador y, además, nada sutil. Los episodios están llenos de diálogos que rezuman moralina y el exceso de drama es, ciertamente, insultante. La cantidad de lágrimas vertidas por el elenco es un recurso demasiado obvio para intentar forzar las del espectador.

El misterio entorno al incendio que da título a esta producción es el elemento que, de primeras, engancha a la audiencia para que continúe con la temporada. Sin embargo, es bastante ligero y se solventa de manera trivial. De todas maneras, está ejecutado con habilidad, pues es preocupantemente adictivo.

Una de las pocas virtudes que pueden destacarse de Little fires everywhere es la fascinante interpretación de Reese Witherspoon, que da vida a un papel que esconde tintes oscuros tras su meticuloso cumplimiento de las normas. Es un reflejo del pueblo aparentemente perfecto en el que vive, donde tras su fachada no hay más que mentiras y traiciones.

Por lo demás, es un producto con personajes por desarrollar, una historia sin profundidad y un final insustancial que hace dudar al público sobre si realmente será una miniserie.

Firma: Patricia Amat