Mil noches, una boda

En este desgarrador film de producción francesa se unen todos los ingredientes que apuntan hacia una ficción documental, pero tras los créditos finales nos damos cuenta de que se acerca más a un boceto ultrarrealista sobre la vida de la madre de Samuel Theis, director de la película.

No existe un guión escrito para los actores porque no son actores. Cada personaje se interpreta a sí mismo. La historia de Angèlique es su propia historia, sus cuatro hijos son sus cuatro hijos y el final es como la vida misma, sorprendente.

Se podría establecer una similitud con las dos entregas de Paco León y su Carmina, pero el cariz humorístico que le imprime el español resta verosimilitud a la historia, mientras que el tono dramático de Party girl nos hace entrar en una espiral de simpatía barra tristeza hacia la familia Litzenburguer; lo cual, a pesar de haber recibido la Cámara de Oro en el Festival de Cannes, puede dejar hecho polvo hasta al director más veterano. Una experiencia que sólo la familia implicada puede valorar en su globalidad y que fílmicamente nos deja helados.

Firma: Anna Puigarnau