El mercader de Venecia

Tal y como nos tiene acostumbrados la literatura de Shakespeare, no faltan en el film los giros de guión ingeniosos e imaginativos, los diálogos inteligentes y los monólogos trascendentales que cuestionan y descubren el interior del personaje que los recita. El espectador que no haya leído este drama, esperará durante toda la película el desenlace favorable al mercader y disfrutará de esta adaptación que sabe recrear tanto la bondad como la maldad de la obra.

El vestuario, la representación de las clases sociales, las tradiciones impuestas por la imagen y el qué dirán, los chanchullos políticos y los defectos de la época se muestran siempre desde el punto de vista del autor que reflejó un mundo judío difícil y un mundo cristiano incoherente. Como en otros metrajes ambientados en la misma época, la película muestra con crudeza ciertos hábitos que hoy resultan desagradables a los ojos, como la falta de higiene y de pudor, sin embargo esto no hace más que acentuar la verosimilitud de la historia aunque a más de uno le resulte incómodo.

Otro de los aciertos del film son sus protagonistas, dos grandes del cine americano, Jeremy Irons y Al Pacino, que interpretan magistralmente su papel y sumergen al espectador en el drama humano en el que viven. Irons, en el personaje de un cristiano abatido por la tristeza que afronta la vida con apatía y tranquilidad, se enfrenta a un Pacino marcado por la soledad que, sin embargo, lucha por una vida que margina a los de su religión y los condena a un submundo injusto.

La bondad y la honradez se enfrentan a la venganza y a la avaricia. Pero en cada uno de ellos encontramos motivos que nos acercan a uno y nos alejan del otro y viceversa. En definitiva, se trata de una buena apuesta por un cine clásico y comercial que combina algunos elementos magistrales y otros más corrientes con un resultado aceptable, más adecuado al público adulto que a los jóvenes.

Extras DVD:

• Audio: español, catalán, inglés
• Subtítulos: español, catalán, inglés

Firma: redacció