Se trata de la quinta película dirigida por el actor Robert Redford, que en esta ocasión también la produce y co-protagoniza. Redford, que combina sus interpretaciones con la dirección del Festival Independiente de Sundance y un Instituto para el apoyo de nuevos cineastas, ha llevado a la pantalla su obra más ambiciosa (10.500 millones de pesetas), con la colaboración de la compañía Disney.
Basada en el best-seller de Nicholas Evans una novela que ya ha vendido 10 millones de ejemplares y ha sido traducida en 36 idiomas, Redford ha variado el final del relato y dado a luz un filme francamente notable. Rodado en exóticos escenarios naturales, aunque en momentos sabe un tanto a pretencioso casi a su servicio, con bellas tomas que incluso recuerdan a los anuncios de Marlboro, posee enorme fuerza narrativa y está muy bien contado en imágenes.
En este sentido, Robert Redford hace gala a la tradición narrativa de los grandes clásicos del cine americano. Y en la espléndida interpretación, su partenaire Kristin Scott Thomas llega a superar al antiguo galán de Hollywood. Pienso que la heroína de El paciente inglés ha logrado aquí la mejor creación de su ascendente carrera. Asimismo, destaca la música country de Don Edwards, que debuta en el cine, y el tema Battle Flag de Pigeonhead. Pero, por encima de todo, El hombre que susurraba a los caballos ha sido definida como una impresionante y dramática historia de amor bajo la que subyacen otras muchas historias de amor, en palabras del mismo Redford.
Ciertamente, la crisis de la protagonista es consecuencia de una relación laboral y familiar problemáticas (la conversación final con su sufrido marido resulta muy significativa), cuya principal víctima es la hija. Por eso, el autor de la novela comentaría: El filme no trata tan sólo de caballos. Quería explicar una historia sobre seres humanos que, como aquel animal, se sienten deprimidos o perdidos en el mundo, pero que pueden salir del abismo con el afecto y los cuidados de los otros. Por tanto, tendrá que entrar en la vida de todos ese rudo cowboy que les domará y curará sus heridas, como al ahora salvaje caballo para que salgan del túnel de la sociedad urbana, precisamente en y por medio del mundo rural que él representa. Es en ese punto donde surge la vena ecologista al cineasta-actor.
Como en El río de la vida (1992), Robert Redford rompe una lanza en favor de la Naturaleza y de la civilización del Oeste estadounidense. Esta película manifestó me ha permitido mostrar el Oeste no tan sólo como se acostumbraba a hacer, como un estilo de vida, sino como una cosa que todavía hoy existe, aunque sea en lugares muy pequeños. De ahí que se explaye en la muestra de la vida cotidiana en el rancho de Montana, en el transporte y marcado del ganado, en los bailes populares y las reuniones familiares. Asimismo, resulta significativo el discurso de la madre del protagonista y las aspiraciones de su cuñada, pues expresan una vida ordinaria más pura que la agitada y competitiva de la gran metrópoli.
Extras DVD:
- Audio: español, inglés,alemán
- Subtítulos: español, inglés, italiano, francés, portugués, alemán, sueco, noruego, danés, inglés para sordos, alemán para sordos
Firma: redacció
Nueva York, años 90. Una brillante ejecutiva, tremendamente apegada a su trabajo de editora y con el matrimonio en crisis, queda traumatizada tras el accidente de equitación sufrido por su hija. Ésta pierde una pierna y su leal caballo queda también muy afectado. A fin de recuperar a ambos, viajará con su pequeña de 13 años y el hermoso equino a la otra punta del país, para que un célebre susurrador de caballos le solucione el problema. Pero será ella quien se encuentre a sí misma, al quedar captada sentimentalmente por ese maduro y apuesto vaquero de Montana.
