Eugénie Grandet

Si bien no he leído la novela, esta adaptación de la historia de Honoré de Balzac, rodada en formato 4:3, plantea los límites de la avaricia humana, el auge del capitalismo y el dominio masculino, con una voluntad de formular un alegato feminista en su desenlace. Y lo hace centrada en la vida de Eugénie Grandet, una joven soñadora y enamoradiza que se contrapone a la visión tacaña y codiciosa de su padre.

Eugénie Grandet se encuadra en un pequeño pueblo provenzal francés, con toda la ambientación austera que ello conlleva y una fotografía que acentúa la naturaleza en la que se ve envuelto. Quizá flojean, precisamente, las secuencias de Eugénie con música de fondo, claramente melodramáticas, para vislumbrar la sensación de aislamiento y soledad.

Su figura, además y a pesar de dar título al film, no se percibe como protagonista, puesto que la atención va dirigida, a menudo, a otros personajes como el de su padre. Olivier Gourmet hace un buen trabajo en el rol de un hombre autoritario que decide sobre las vidas de su esposa e hija, y consigue equilibrar su actitud detestable con momentos algo cómicos.

Respecto a la relación sentimental entre Eugénie y su primo Charles, cabe mencionar que carece de verosimilitud, ya que no comparten mucho metraje y no hay espacio para desarrollar una química probable. Del mismo modo, el film recurre demasiado al uso de fundidos a negro y a reflejar el paso del tiempo con grafismos que bien podrían haberse concebido de distinta manera.

Marc Dugain intenta actualizar la obra con un trasfondo de emancipación femenina acorde a los tiempos actuales, pero que no consigue el efecto adecuado. Su final debería ser inspirador, pero se torna insulso. Con todo, es cierto que sugiere alguna discusión sobre el valor de la propiedad y el dinero, la visión idealista del mundo o el papel de la mujer en la sociedad.

Firma: Marta Vivas