Cold November

El cine nos acerca una vez más a uno de los capítulos más importantes de la historia contemporánea: la guerra de Yugoslavia. Este conflicto es una fuente de historias a explotar por el séptimo arte, aunque ya existan películas destacables como En tierra de nadie (2001).
Un director debutante en el largometraje de ficción, tras diez sin ponerse detrás de una cámara, cuenta el conflicto interno de un padre de familia oprimido por la complicada decisión que parece plantear como excluyentes su familia y sus convicciones. El conflicto moral de Fadil, el protagonista, conduce la película, que no usa precisamente el Cine para narrar y eso aqueja la trama, excesivamente dialogada, de repeticiones y no permite al espectador conectar plenamente con la historia ni mantener despierto el interés.

Cold November sabe aprovechar las limitaciones creativas de un presupuesto bajo: se despliega en espacios interiores, a través de las conversaciones entre susurros y la vida cotidiana de una familia en estas circunstancias, solo contrastadas con las caceroladas y manifestaciones pacíficas contra el gobierno de Yugoslavia, que canceló la autonomía de Kosovo, disolvió su Parlamento y cerró la televisión nacional.

Este problema narrativo se compensa con el trabajo de dirección, del reparto -aunque el estilo interpretativo sea demasiado dramático- y de la propuesta estética que hace Sijarina: cómo compone cada plano dentro del formato cuadrado, el juego de colores de la puesta en escena entre el vestuario, la fotografía y los movimientos de los personajes en esta historia que no deja de ser actual.

Firma: Begoña Arribas