Guillaume Canet escribe, dirige y protagoniza un retrato muy personal de lo que supone para un actor empezar a envejecer. Gran capacidad de autoparodia y un ritmo que avanza hasta cambiar de tono son los elementos que destacan, en medio de un ambiente donde narciso se mide entre copas, desfases y flirteos.
Guillaume Canet ha demostrado bastante en el sector cinematográfico; no solo con su prolífica filmografía como actor sino con sus incursiones en el guión y dirección (Mon idole, No se lo digas a nadie, Pequeñas mentiras sin importancia, Lazos de sangre) que dejan claro que, tras esos trabajos, hay oficio y no intrusismo.
En esa película, construye una parodia muy pegada a su contexto, pues los personajes son él mismo, su mujer y otros tantos amigos actores y productores del sector cinematográfico.
Con todo esto, dota a la caricatura que hace de la crisis de la madurez (en una profesión en la que el físico es tan determinante) de un realismo y verosimilitud que llegan incluso a hacerse empáticos. Y es que Canet y compañía son capaces de reírse de sí mismos y de lo que representan en la sociedad de la eterna juventud que vivimos, donde lo que tiene más de 50 segundos ya es caduco.
Sin embargo, a medida que la trama avanza, parte del tono más realista se convierte en estrambótico, exagerado y casi en los límites de lo simbólico, sobre todo por la transformación corporal a la que se somete el protagonista. Guillaume Canet hace lo propio con Cotillard que, hilarante en su obsesión por dominar acentos distintos en sus papeles, acaba también, y en su medida, casi en el slapstick.
En Cosas de la edad, entre canción y canción de los 80, hay espacio para la risa y para la verdad. Y, aunque el director no cierra de un modo convencional, sí que mantiene en alza algunos aspectos que otorgan sentido a la existencia humana fuera de los focos y platós.
Firma: Lourdes Domingo
La vida del actor y premiado director de cine Guillaume Canet (42 años) no puede ser mejor. Tiene todo lo que un hombre puede desear: éxito profesional, dinero y una mujer espectacular (Marion Cotillard) con la que comparte un hijo.
Pero un fuerte detonante hace que la estable vida de Guillaume cambie para siempre. Durante el rodaje de su última película, la guapísima actriz y modelo de 20 años, Camille Rowe, le suelta un latigazo definitivo: ya no está en la onda. De hecho, nunca lo estuvo, es un carroza y ha descendido dramáticamente en la lista de los actores más deseados. Un durísimo golpe para el orgullo de Canet que modificará sus costumbres y manera de vestir.