Los problemas crecen

A pesar de que a primera vista parece que no sea necesario, recuperar series de los ochenta tiene sus ventajas. Para empezar, Los problemas crecen se centra en la historia de una familia compuesta por cinco miembros donde las discusiones solo se se solucionan hablando. Este sencillo método de comunicación es innegable que ha degenerado en insultos y bramidos, al menos en televisión.

En general, las series de producción de hoy en día no han aprendido lo que sus predecesoras se esforzaban por enseñar: la unidad de la familia y lo importante que resulta a la hora de solucionar una dificultad -a pesar de que se muestre de forma edulcorada- con madurez.

Es curioso, pero si alguna cosa ha cambiado es la forma, no el contenido. Los adolescentes siguen teniendo las mismas dudas, los padres las mismas discusiones y los hermanos se gastan las mismas bromas, todo depende de la finura con la que se trate. 

No obstante, hay dos pegas. La primera es que muchos ya vieron la serie en su momento y no tienen necesidad de recuperarla, salvo que sean unos nostálgicos. La segunda, es probable que a la nueva generación no le interese por su estética un poco apolillada. Pero sin duda, es preferible ver a un joven intentando desesperadamente convencer a sus padres para que lo dejen salir, a uno que no respeta, insulta y cuestiona la autoridad paterna, que muchas veces tampoco es digna de admirar. 

Firma: Andrea Rodríguez