Después de una primera temporada exitosa y sorprendentemente abarrotada de violencia gratuita, llega esta continuación que, si bien pretende arreglar algunas cosas, no consigue librarse de la crueldad de su propuesta.
Su estreno jugó con la sorpresa y el macabro deseo de impactar mediante una violencia desaforada y excesiva. Y cabe decir que lograron su objetivo ampliamente. El juego del calamar se convirtió en poco tiempo en una de las series más vistas a nivel mundial, el uniforme de los asesinos se comercializó en las fiestas de disfraces, los niños jugaban en el patio a simular tan oscuro escenario, tiene un juego para móviles, un reality y un cómo se hizo para televisión.
Ahora, nos llega la segunda temporada sobre la que debemos advertir que el último capítulo propone un final que no es final. El argumento queda tan en el aire como a mitad de temporada. Quizá es más adecuado de hablar de la primera parte de la última entrega, ya que se ha confirmado que solo habrá tres. Así no nos llevamos a confusión y, quien quiera saber el desenlace, es mejor que espere un poco a que se haya estrenado la serie completa (será en 2025).
Al margen de estas decisiones de producción y distribución, esta nueva parte que nos ofrece Netflix introduce algunas reflexiones interesante y, por fin, un héroe en la historia. Venimos de un juego cruento y sinsentido al que nadie parece plantarle cara y se manipulan las conciencias (las de la audiencia también) con una supuesta inevitabilidad y con una crítica al consumismo y al poder del dinero. Ahora, la trama parece centrarse en un fin positivo, valiente y memorable: acabar con la organización de este matanza.
No obstante, por el camino no se nos ahorran imágenes ya vistas de asesinatos y muertes provocadas por la desesperanza, por la codicia o por la venganza. Aunque no nos impactan como la primera vez (y esto no es algo bueno) el número de víctimas es excesivo y los traumas propuestos también. Demasiada desesperación, demasiada confusión y demasiada cobardía en una sola sala de juego. Tampoco ayuda que las decisiones del protagonista parezcan improvisadas después de tanto tiempo de preparación y que los “malos” vayan siempre un paso por delante.
Tal y como evoluciona el guion, el desenlace se prevé algo acelerado y torpe. Sin embargo, como todavía no lo podemos confirmar, sí diremos que, hasta ahora y a pesar de este nuevo rumbo de intenciones, los diálogos, las interpretaciones y los conflictos que se narran no son, ni mucho menos, obra de grandes guionistas. Es más, si vemos El juego del calamar es por curiosidad y si nos quedamos es por puro instinto, el mismo que nos asalta cuando pasamos ante un accidente de carretera.
Firma: Mar Pons
Seong Gi-hun es el ganador del juego y se ha embolsado 455 millones de wones. El problema es que ese dinero está manchado de sangre y la conciencia de Gi.hun no está muy tranquila. Por este motivo, rechaza la posibilidad de huir en un avión y decide hacer frente a los organizadores del juego.
Han pasado dos años y Gi-hun ha invertido gran parte de su capital en dar con el paradero de los organizadores de la macabra competición. Para ello ha contratado a su ex prestamista, Kim, que ha puesto a todos sus hombres a trabajar para localizar el lugar donde se organizará el siguiente encuentro. Sin embargo, esta búsqueda no está teniendo los resultados esperados. A punto de tirar la toalla, Kim logra encontrar a uno de los reclutadores en el metro y la acción comienza a exudar sangre.
Por fin, Gi-hun consigue infiltrarse en una nueva edición del juego y, con el objetivo de acabar con la siniestra organización, inicia un boicot que parece más improvisado que planeado.