Todas las criaturas grandes y pequeñas

El sosiego de la campiña inglesa vuelve a ser el escenario perfecto para acoger una narración también apacible. A este título no le hace falta recurrir a grandes giros de guion, ni a efectos visuales, ni a profundos personajes. Esta nueva adaptación de la novela de James Herriot se lleva a cabo con sencillez.

Al apostar por lo sencillo, la naturalidad de las historias, la franqueza de sus protagonistas y la ingenuidad de una sociedad que no se complica la existencia más de lo necesario contagian optimismo y añaden luz a la pequeña pantalla.

En la serie, James Herriot es el exponente del entusiasmo y la pasión juveniles e influye, en positivo, en el alocado Tristan. Por su parte, la madurez afable de Siegfried y la entrega incondicional de la Sra. Hall dibujan una visión poderosa del servicio a los demás y la ayuda mutua.

De todas formas, que el lector no se imagine un melodrama trasnochado. Es la sinceridad de la propuesta lo que nos transporta a un pasado en el que el sustento dependía más de la naturaleza y el trabajo físico que de la tecnología. Además, también se agradece alejarse, de vez en cuando, de lo que nos rodea y que, a veces, nos oprime.

Mucho más ligera que la novela, esta ficción lleva a su audiencia por senderos amables, bondadosos y donde las diversas dificultades se sortean con gracia, sentido del humor y cariño. Todos esto acompañado por bellos paisajes y sus singulares habitantes.

Allí, donde todas las criaturas grandes y pequeñas son igual de importantes, nos asomamos para seguir unas vidas profundamente humanas, llenas de emociones y firmemente dispuestas a disfrutar de lo que tienen.

Una oferta ideal para aquellos aprecien las historias tranquilas, contadas con humor y sin excesos de ningún tipo.

Firma: Mar Pons