Desconectados

Lina Ästrom se ocupa de liderar el proceso creativo de Desconectados, serie que ha creado y que, además, co-escribe y dirige. Esta comedia romántica encuentra una frescura en su elemento fantástico central. Ava, una joven psicóloga especializada en asuntos de pareja, tiene la habilidad de ver el futuro romántico de aquellos a quienes toca el pecho.

Uno de los puntos fuertes de la serie es su protagonista y, en general, la construcción de cada uno de los personajes a los que un convincente elenco sabe dotar de carisma. En las imperfecciones de Ava y su miedo a comprometerse o su facilidad a desvincularse, el espectador puede conectar con mayor facilidad y reflexionar sobre sus propios comportamientos afectivos. Asimismo, los personajes secundarios como Mockan o Mikaela amplían ese cerco relacional al terreno de la amistad y sirven de sustento cómico.

A pesar del etalonaje algo oscuro, Desconectados mantiene un correcto equilibrio entre el humor y el drama, el cual lentamente cobra más presencia en los últimos episodios. No obstante, ese balance –y los giros que facilita el elemento fantástico– permite un entretenido visionado. Además, la corta y asequible duración de los capítulos permite el avance rápido de unos hechos bien construidos

La primacía de los primeros planos ayuda a una reflexión centrada en los personajes, en sus vínculos e interacciones. En sus formas de mostrarse sensibles y comunicativos, se abre un espacio para ahondar en el compromiso, el destino, la incontrolabilidad del amor, el apego y, ante todo, la importancia de la comunicación. Esta demuestra que la transparencia, la claridad y la sinceridad son siempre recursos esenciales para construir relaciones sanas y honestas.

Con todo, tras las idas y venidas típicas de la comedia romántica, Desconectados avanza hacia un final predicho. Así, la serie evidencia la importancia de su transcurso y las consideraciones extraídas a lo largo del camino. Pese a un desenlace edulcorado, los fans de los romances disfrutarán ante una fórmula clásica, pero bien y satisfactoriamente ejecutada.

Firma: Yoel González