Sombra y hueso

Son muchos los que señalan esta serie de Netflix como la sucesora de Juego de tronos. Y, aunque es cierto que hay elementos que se repiten de una propuesta a la otra y que nos indican que, más o menos, busca satisfacer al mismo público, hay otros que, claramente, marcan una gran distancia entre ambas.

Quienes hayan leído Sombra y hueso, o alguna de las otras seis novelas que forman la colección, ya conocerán la trama. Nos situamos en una tierra mágica, dividida en diversos territorios, cada uno de ellos habitado exclusivamente por miembros de una misma raza. Entre toda la población, hay personas –los Grisha– que poseen poderes que les posibilitan manipular la luz, el aire y el fuego, entre otros. Además, se espera la llegada de un salvador –al que llaman el santo–, una figura que con su poder destruirá la sombra.

Para los no iniciados en este mundo fantástico entender el argumento no es una tarea sencilla. Hay demasiadas razas, demasiados poderes y demasiados intereses políticos ocultos que no permiten un acceso rápido al nuevo terreno.

Como ya ocurría en Juego de tronos –y actualmente sucede también en muchas otras series–, la ambientación, los escenarios, los efectos especiales y el vestuario son impecables. Se trata de un despliegue de recursos impresionante que, a causa del predominio de una atmósfera poco luminosa, no siempre se aprecian como merece. Este mismo esfuerzo por mostrar los detalles con tanta atención se hace patente también en la recreación de las peleas y la muerte de algunos de los personajes.

Pero es ahora cuando nos centramos en las diferencias que hacen que este producto se distancie de la aclamada y ya citada serie. Aunque impera la violencia –y sí, con un punto desagradable– no se abusa de ella. Aunque nos paseamos por bares y burdeles, no abundan las escenas de sexo explícito. Y, aunque la mayoría de personajes persiguen el poder de manera obsesiva, hay –pocas, pero las hay– figuras benévolas que son capaces de anteponer las necesidades del pueblo al beneficio personal.

En resumen, si quisiéramos establecer una relación entre los dos títulos (u otros parecidos como The Wicther) podríamos hablar de Sombra y hueso como una versión light de la producción de HBO que se dirige a un público más joven, (un poco) más delicado y menos vicioso.

Firma: Júlia Nafría