Siempre el mismo día

Nicole Taylor (Wild Rose) es la encargada de llevar a la pequeña pantalla el best seller de David Nicholls. Como pareja protagonista, Leo Woodall (The White Lotus) en el papel de Dexter y Ambika Mod (Esto te va a doler) en el de Emma interpretan a dos jóvenes destinados a estar juntos, aunque ellos no lo sepan.

El 15 de julio es el día recurrente y, así, la miniserie resume veinte años de la vida de estos amigos que se conocieron el día de la graduación. En capítulos de a penas media hora de duración seguimos las andanzas de Dex y de Em por las calles de Londres, París, Roma o Grecia. Con sus aciertos y errores, más de lo segundo que de lo primero, los dos personajes afrontan la vida con perspectivas incompatibles.

Los sueños adolescentes, la pérdida, las contrariedades o los fracasos se mezclan con el éxito, la fama y la amistad. Siempre el mismo día presenta una juventud desorientada e incapaz de reconocer el valor último de la existencia y propone unas biografías noveladas y maquilladas para la ocasión. Aunque también se apuntan conflictos algo más reales, como la superación, el apoyo mutuo o la confianza, todo ello se diluye en un conveniente devenir de la historia.

Esta ficción podría haber sido un romántico cuento para disfrutar, sin embargo, el guion es demasiado mundano para despertar sueños e ilusiones. Y, a pesar de que la historia que cuenta y la forma de hacerlo tiene su atractivo, se pierde en un exceso de episodios y en una dilatación innecesaria de los acontecimientos que su audiencia, sin duda, está esperando. Además, el brusco final desluce tanto preámbulo.

En definitiva, Siempre el mismo día es un relato sin estilo propio que bebe de un pobre imaginario y, a pesar de sus esfuerzos (con destacados paisajes, románticos paseos y una cara bonita), no consigue elevar a la categoría de clásico la historia de amor que presenta.

Firma: Mar Pons