The White Lotus

Ni siquiera hace falta desembarcar en el White Lotus para saber a qué nos enfrentamos. Unos trabajados créditos de apertura, su banda sonora y la desconcertante escena inicial nos anuncia la locura y excentricidad de este título de HBO. Todo este preámbulo despierta nuestra curiosidad y queremos llegar cuanto antes a ese complejo hotelero para ricos. Conocer a los visitantes, a los huéspedes y a los trabajadores. Pasar con ellos estos siete días que sabemos, desde el principio, que no han acabado bien para alguien.

El cadáver es el gancho, pero la hipnosis proviene de unos extravagantes protagonistas que resultan ridículos y tiernos al mismo tiempo. Entre ellos, Armond ocupa el primer puesto. Un magnífico Murray Bartlett encarna al incontenible, desgastado y solícito director del resort y su evolución es un regalo casi permanente. Jennifer Coolidge, en su papel de mujer madura dependiente de cualquiera que le muestre un poco de afecto y sujeta a la autoridad de una madre que transporta en su urna cineraria, le sigue de cerca.

Y el resto –el matrimonio Mossbacher, su hijo adolescente, Quinn, los recién casados, Shane y Rachel, y la encargada del spa, Belinda– forman un grupo de excéntricos impredecibles que desatan las tramas sobrepasando el límite de la cordura. Solo resultan algo cansinas las amigas universitarias en su aparente posmodernidad.

Para disfrutar con esta comedia de humor negro y poco contenida en sus formas hay que estar preparado para cualquier cosa. Es cierto que The White Lotus ofrece alguna reflexión sobre el imperialismo, las apariencias, la infelicidad, el mundo moderno y sus paradojas o sobre los clichés y nuestro juicio. Pero fundamentalmente la serie es una propuesta de locura colectiva, de identidades perdidas y egoístas, de intereses particulares y de choques emocionales. En este destino turístico paradisíaco no sólo cambia la vida de los que llegan, sino también la de los que permanecen.

Además de su original punto de partida, el relato se cuenta desde una óptica singular, muchas veces inteligente y, de vez en cuando, algo vulgar. Se ameniza con una gran banda sonora. Se ambienta en un bello escenario. Se coreografía con un buen ritmo y se alimenta con una intensa evolución de tramas y personajes.

Aunque no es un destino para todos los gustos, The White Lotus seguro que seduce a los que buscan esa compleja mezcla de comedia de enredo, sátira mordaz y drama emocional.

Firma: Mar Pons