Los espabilados

En su línea de Polseres vermelles (Pulseras rojas), Albert Espinosa retorna a la pequeña pantalla con una historia de chicos que padecen un trastorno, inspirada en su libro Lo que te diré cuando te vuelva a ver. Sin embargo, mientras en la primera logró mantener un acertado equilibrio y crear un gran producto, esta vez su romanticismo de la enfermedad no logra encauzarse y la temporada llega a incomodar por sus múltiples fallos.

Es inevitable encontrar semejanzas con su predecesora, como algunos roles o incluso algún clip casi idéntico. No obstante, este título con apariencia de complejidad ha pretendido replicar lo que tan bien funcionó en 2011, fracasando estrepitosamente.

Por un lado, los monólogos de niños contra el sistema son reflexiones –a veces agresivas– de pie de foto de Instagram: un bonito envoltorio para un contenido vacío. Los capítulos están llenos de moralina de “Acción Poética” que en algún momento llegan a causar vergüenza ajena.

Tampoco ayudan las carencias interpretativas de todo el elenco. Si bien podrían ser más excusables en los actores noveles, son inexplicables en los adultos, aquellos en los que el espectador confía para que levanten un poco los episodios. Pero también acaban defraudando.

Quizá por un cierto cariño al lema de “Polseres amunt!” o a la obra de Espinosa, uno intente buscar desesperadamente, a lo largo de los siete episodios, un resquicio de esperanza; algo que merezca que se dedique atención a Los Espabilados. Y es sumamente decepcionante no encontrar ni siquiera un enfoque interesante hacia la enfermedad infantil y el dolor, de esos que caracterizan al autor. Al contrario, en este caso, hasta parece que se trivialice el ámbito de la salud mental.

Además, el guion es un poco fantasma y la serie es desmedida en su trama y en sus personajes –a algunos de ellos es complicado encontrarles el sentido–. Por eso, en su conjunto, y puesto que no es posible hallar ninguna bondad, no vale la pena invertir tiempo en este drama ligero. Probablemente, los únicos satisfechos sean los fans de Alfred García, cuya pegadiza canción ha servido para promocionar esta producción de Movistar+.

Firma: Patricia Amat