Elsbeth

Vuelve un estilo algo arrinconado en la pequeña pantalla. Se trata de esas ficciones que basan su atractivo en un personaje protagonista poco convencional que destaca por sus dotes y alrededor del cual gira la trama y la audiencia. Nos pueden servir de referencia títulos un poco lejanos como House, El mentalista o Dexter o, más actual, Profesor T. Pero, los argumentos del título que nos ocupa están más cercanos a Se ha escrito un crimen, Miss Marple o Crimen en el paraíso.

En esta ocasión, el matrimonio King, Michelle y Robert, nos trae a una simpática abogada que llega a Nueva York como un niño a su fiesta de cumpleaños. Elsbeth Tascioni, papel inmaculadamente interpretado por Carrie Preston, vive con intensidad cada pequeño acontecimiento y todo, o casi todo, lo que la rodea es motivo de felicidad. Una alegría colorista que traspasa la pantalla. Sin embargo, para disfrutar con este tipo de ficciones es imperativo congeniar con sus personajes. Y, cabe decir, que Tascioni es demasiado concretar para gustar a todos.

En torno a Elsbeth se compone una narrativa a su medida: disparatada, sencilla y amena. Nada parece serio en este Cluedo audiovisual donde las víctimas y los criminales son totalmente ficticios, el escenario novelesco y los guiones fantasiosos. A pesar de que se proponen algunos temas para sembrar la intriga, o la compasión o la empatía, Elsbeth se viste fundamentalmente de humor para disipar las posibles preocupaciones de sus espectadores.

Con todo, a la serie le falta algo de profundidad y, quizá, más peso coral, porque las excentricidades de su protagonista no pueden ser el único sostén de una ficción de larga duración, ya que corre el riesgo de volverse repetitiva. Esperemos que sus guionistas sepan sacar partido a la trama subyacente de corrupción y aprovechar la oportunidades que siempre ofrece un personaje original. Mientras, podemos disfrutar de Elsbeth a ratos sueltos para que su superdotada capacidad de observación no nos sature.

Firma: Mar Pons