Crimen en el paraíso

Caribe, playas, agua transparente, selvas vírgenes, tranquilidad y vida relajada, todo encaja en la isla de Saint-Marie hasta que llega el inspector Poole. Recién salido de una gran ciudad como Londres –a la que adora y que siempre echa de menos–, el protagonista se mueve como pez fuera del agua en su nuevo entorno natural.

Considerado una rara avis entre sus compañeros, Poole no sólo fracasa en la tarea de adaptarse físicamente al medio sino que, además, su carácter solitario, práctico y poco empático le impide conectar fácilmente con su nuevo equipo. Sin embargo, por ser uno de los inspectores más eficaces que han conocido en Saint-Marie y por su aturdido aspecto, entre desubicado y afligido, consigue el respeto, la admiración y, con el tiempo, la amistad de sus agentes.

Los contrastes entre la personalidad y los hábitos de Poole y las tradiciones caribeñas son una fuente de paradójicos y divertidos desencuentros entre los personajes que los guionistas saben aprovechar. Se acentúan y caricaturizan los tópicos aplicados a los británicos en este personaje que actúa como eje central de la ficción. Y es que, como sucede con otras series como Se ha escrito un crimen o Colombo, Crimen en el Paraíso centra su atractivo –además de en el paisaje caribeño– en la figura de Poole y su sagacidad para descubrir siempre al asesino.

Como en las citadas anteriormente, también en esta coproducción británico-francesa la escena final se desarrolla en una habitación, con todos los sospechosos presentes, y en la que el detective hace alarde de su ingenio resolviendo el intrincado misterio (claro que a medida que se van viendo capítulos y por una serie de pistas narrativas el espectador será capaz de descubrir al culpable incluso antes que Poole). Así, los procedimientos policiales tampoco innovan y, en general, la estructura del guión es siempre la misma. Por tanto, estamos ante una de esas series que se ven por afinidad con los personajes, por pasar un tiempo relajado frente al televisor o por buscar historias sencillas y para un amplio abanico de audiencias. Lo menos creíble de este producto es la cantidad de crímenes que se cometen en proporción a la escasa población de la isla.

Firma: Mar Pons