El inmortal (T1 y T2)

José Manuel Lorenzo (Dime quién soy) toma la figura real de uno de los traficantes más relevantes de nuestro país de las últimas décadas. Apodado “el inmortal”, Juan Carlos Peña logró sobrevivir a varios intentos de asesinato y su principal hazaña consistió en haber dirigido una banda de delincuentes conocida por su violencia. Y ese es el universo que se ficciona.

Quizá El inmortal tiene pocos defectos formales. Entre ellos, destaca el diseño de algunos personajes, que de tan envarados se quedan sin arco de desarrollo (como Sebas, Isabel y el propio Jose Antonio durante la primera temporada). También, la falta de luz que impide ver lo que está ocurriendo. Y, en esta línea, sorprende esa vocalización que brilla por su ausencia y casi obliga a activar los subtítulos. Por lo demás, cuenta con un poco de todo (drama, romance, acción…) y es de fácil consumo.

Sin embargo, no nos puede quedar la siguiente pregunta en el aire y debemos formularla: ¿por qué hacer una serie sobre la historia de un hombre que dedicó su juventud a sembrar el miedo, el dolor, el caos y la destrucción? La cuestión puede parecer ingenua, pero de violencia y malas personas está saturada la pequeña pantalla y, quizá, es hora de dar cabida a otro tipo de “modelos”.

Dejando esto al margen, El inmortal recoge y muestra sin velo alguno la crueldad, el ensañamiento, el desenfreno y la obscenidad de vidas marcadas por el poder que otorgan las armas y el terror. Un espacio en el que no cabe la empatía más allá de comprobar que el dinero todo lo corrompe y que la ley del más fuerte puede seguir siendo un tema que mostrar a las próximas generaciones. Porque, aunque la serie se señaliza para mayores de dieciocho, ¿quién pensamos que la está viendo?

Firma: Mar Pons