El colapso

Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto son tres jóvenes cineastas que han logrado llevar a cabo su primera gran ficción gracias a su previo éxito en YouTube. Se denominan Les Parasites.

Esta serie, que ha tenido un efecto boca a boca por el contexto actual de pandemia, se inspira en algunas recientes teorías apocalípticas como las de Jarret Diamond en el ensayo precisamente titulado El colapso.

En este sentido, esta producción de Canal + Francia arranca con un conflicto de onda expansiva:imagina qué ocurriría si, de repente, el sistema fuese incapaz de ofrecer los suministros básicos a la población a un precio razonable.

Con esta premisa, el público atiende a una especie de parábola sobre el fin de la sociedad industrial que, hace unos meses, habríamos tildado de hipérbole y, ahora, ya calificamos de analogía cercana.

Con la fuerza que le otorga la decisión de rodar cada episodio en plano secuencia, se genera una narrativa más cercana que aumenta el efecto espejo en el interior del espectador. Y es que, como afirma uno de los creadores, esta apuesta estilística otorga “realismo, urgencia” e “impacto real”.

Como en toda realización que condensa así espacio y tiempo dramático, se tienen que provocar algunos ajustes algo artificiales para hacer que las acciones coincidan con los movimientos de cámara.

No obstante, lo más acertado y conseguido es que, en ningún momento, este extremo logra sacarnos del argumento ni de los protagonistas. De hecho, las continuas escenas contrarreloj generan intensidad en la experiencia y ponen precio y ritmo a unas historias donde la moral de cada ser humano se pone a prueba.

Por otra parte, el balance entre lo concreto (cada historia personal) y lo más abstracto (ese desconocer las causas y ver solo los efectos) hace de El colapso un interesante estudio sobre la supervivencia. Lo simbólico –el estudio de la naturaleza humana en la adversidad apocalíptica– y lo individual hacen más verosímil cada uno de estos realistas cuentos morales interconectados.

En cuanto al enfoque, prima una visión pesimista sobre la condición humana, donde abundan más los egoísmos, los cretinos y la fragilidad dominada por el pánico. Pero también hay espacio para heroísmos y esfuerzos en pro de la comunidad. En medio, perviven las zonas grises; quizá las más peliagudas y donde la serie nos pone más contra las cuerdas, como la contraposición entre familia y sociedad (en varios capítulos) o la terrible situación enmarcada en la residencia de personas mayores.

En definitiva, un título para ver con lupa y capacidad de análisis, donde el ritmo no cesa y donde encontramos un espacio para plantearnos (aunque la serie no lo haga explícitamente) en qué nos colapsamos cuando la vida solo se basa en el consumo, sin renuncias de ninguna clase ni otros valores más trascendentes.

Firma: Lourdes Domingo