Drama post-apocalíptico en el que los adolescentes controlan el mundo. Pobre visión del mundo y triste retrato de los adolescentes.
Una vez más el mundo queda en manos adolescentes. Después de The society y otros títulos cinematográficos, Daybreak le vuelve otorgar el poder a los jóvenes liberándolos de la “opresión” adulta.
Basada en el cómic de Brian Ralph, Daybreak ni siquiera es original en su argumento. Puede que la idea apocalíptica a la que se enfrentan los protagonistas tenga intensidad contada en papel, pero la pequeña pantalla necesita más. Lo que tiene la novela gráfica no lo tiene la televisión y eso es lo que falta a este prescindible título de Netflix.
Durante los dos o tres capítulos iniciales, el espectador descubre un mundo –argumento, ambientación y personajes– digno de tener en cuenta y, casi se podría decir, apetecible. Pero ahí acaba la ilusión. La narrativa audiovisual necesita fondo, ritmo, motivaciones fundamentadas y actuaciones lógicas. Y Daybreak no tiene nada de eso.
A parte de un –al principio singular y al final molesto– guiño al espectador atravesando la cuarta pared, un juego de relevos en la voz narrativa y el punto de vista, unos saltos al pasado y unos personajes excéntricos –pero extremadamente predecibles– ¿qué tiene este título?
Tiene acción controlada, hormonas descontroladas, decisiones cobardes o egoístas, torpes relaciones sociales y sentimentales y una extraña proposición de volver a la barbarie, a las tribus y a la ley del más fuerte o del más listo.
Quizá Daybreak pretenda mostrar conceptos como la pérdida, la necesidad de una familia o la valentía para enfrentarse a las dificultades, sin embargo nada de eso consigue llegar entre tanta vacuidad y desenfreno. Y, si lo que queremos es hacer un “break” frente al televisor, es mejor escoger otro título.
Firma: Mar Pons
Una serie de bombas biológicas transforman a los adultos en una especie de muertos vivientes. Los únicos supervivientes son los que aún no han llegado a la mayoría de edad.
En Glendale, California, Josh Wheeler parece encantado con la nueva situación. Su incapacidad para conectar socialmente y para encontrar su sitio en el mundo ya no tiene importancia. Ahora, su mayor reto es sobrevivir y dar con el paradero de su novia, Sam Dean, a la que perdió de vista el día de la explosión.
No obstante, Turbo Bro Jock y su ejército de deportistas se han hecho con el poder en gran parte de la ciudad y tienen atemorizado al resto de tribus urbanas. Después de liberar a Angelica Green de las garras de los secuaces de Turbo, Sam se verá obligado a formar parte de la “resistencia” y a trabajar en equipo.