The society

Quizá alguien busque en esta crítica alguna razón para ver The society. No obstante, cabe decir que vistos todos los capítulos, uno tras otro, no existe ninguna válida que justifique el tiempo invertido en verla y la cutrez de los contenidos que se ven.

Así, lo que podría ser una historia de superación, compañerismo, tolerancia y aventuras –incluso románticas– se convierte en un infierno de actitudes egoístas protagonizadas por niñatos mimados que no saben enfrentarse al mundo a pesar de tener una edad razonable para hacerlo.

The society se refugia en la excusas de presentar un hecho paranormal –un grupo de adolescentes que se quedan solos en una zona incomunicada– y, en realidad, lo que hace es filmar un relato convencional cargado de los peores tópicos que nos ha regalado la pequeña pantalla en los últimos años.

En cierto modo, esta aventura al estilo Robinson es una reinterpretación de su creador, Christopher Keyser, proyectada en una sociedad derrotada antes de empezar a vivir. En su visión apocalíptica, los nuevos pobladores del mundo tienen entre dieciséis y diecisiete años y son incapaces de madurar aunque el mundo hasta ahora conocido haya desaparecido de la noche a la mañana, literalmente.

La protagonista cansa por su victimismo, el grupo en general desconcierta por su apatía y los “héroes” decepcionan por su individualismo (encubierto, pero individualismo al fin y al cabo). Nada seduce ni nada atrapa en esta triste ficción sobre el fracaso de la naturaleza humana y de su sistema educativo –a nivel social y familiar–.

En concreto, por alusiones en la trama, el ataque hacia la trascendencia y la moral en esta serie es más dañino por innecesario y más absurdo por sospechoso. Jóvenes cargados de prejuicios que actúan a la sombra de una sociedad que les ha impuesto unos criterios inconsistentes y falaces.

Sinceramente, lo último que soñaría cualquier persona en su sano juicio es quedar en manos de la juventud decrépita que protagoniza The society.

Firma: Mar Pons