Colin de cuentas

Patrick Brammall (Evil) y Harriet Dyer (El hombre invisible) crean y escriben esta comedia que también protagonizan. Con varios premios de la Australian Academy of Cinema and Television Arts (AACTA), Colin de cuentas parece responder más a la exhibición de sus creadores que a un ejercicio de escritura creativa. Todo lo que pueda parecer novedoso o refrescante en esta serie queda sepultado por la avalancha de lugares comunes. Y es que, en este producto australiano, acabamos un poco saturados de prototipos, crisis existenciales y reacciones adolescentes frente a temas de calado.

Es verdad, que de vez en cuando, el espectador puede verse en un espejo (o ver a alguna persona conocida), lo cual tiene su gracia. No obstante, el conjunto de lo que se muestra desprende un halo de tristeza, de vidas insulsas y de dramas anestesiados por el alcohol o la falta de trascendencia.

Colin de cuentas sitúa en primera línea un conjunto de vidas que, en realidad, no tienen nada que contar y, si lo tienen, los guionistas no le sacan partido. La trama se queda en la anécdota, en la incomodidad de escenas ridículas y en la exaltación de lo efímero y lo contradictorio. Cada capítulo son veinticinco minutos de algo que no sabemos muy bien a dónde va o qué pretende demostrar.

Firma: Mar Pons